Hijo de Alfonso Enríquez y de Mafalda de Saboya, sucedió a su padre y se convirtió en el segundo rey de Portugal (1185 - 1211). Fue conocido como "el Poblador", por el estímulo que dio a la repoblación de las tierras pertenecientes al reino, siendo iniciado por su padre desde muy joven en las tareas de gobierno y la disciplina militar. Cuentan que con doce añitos encabezó una acción militar contra Ciudad Rodrigo en el Reino de León. Poco a poco su padre fue delegando más y más funciones en su joven hijo, que protagonizó expediciones de saqueo en Andalucía Occidental y defendiendo con éxito la ciudad de Santarem, de las apetencias almohades.
La coronación de Sancho, en la ciudad de Coimbra (auténtica capital del reino), tres días después de la muerte de su padre, reafirmaba la autonomía del Reino de Portugal, fundado precisamente por su progenitor. El nuevo rey se centró en la repoblación de su país, concediendo fueros ventajosos a los primeros concejos establecidos en las regiones meridionales, atrayendo además a pobladores extranjeros, en especial, francos. Fueron sin embargo, las órdenes militares - hospitalarios, templarios y calatravos - los que más se beneficiaron de estas políticas.
Hombre viril y fecundo, se casó con Dulce de Aragón, la hija de Ramón Berenguer IV y Petronila de Aragón, con la que tuvo nueve hijos. Cuando enviudó inició una relación con la Ribeiriña, pseudónimo de María Paez de Ribeira engendrando al menos seis hijos. Mantuvo relaciones con otras mujeres, de las que le nacieron más vástagos. Uno de sus hijos habidos con Dulce, le sucedió como rey, Alfonso II.
Sancho I tuvo fama de rey dialogante y pacífico, consideraba la palabra más útil y poderosa que las armas, y de rey culto, amante de las letras y la poesía, y mecenas de los estudios.
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