sábado, 6 de diciembre de 2014

LJUBLIANA, ROSTRO DE HABSBURGO, CORAZÓN ESLAVO



Ljubliana, la capital de la verde Eslovenia, es como una Viena en miniatura, la impronta de la casa Habsburgo te asalta en cualquiera de sus encantadores rincones. La llegada de la poderosa dinastía imperial se produjo en la Edad Media.


Tras la desaparición del Imperio Romano de Occidente, grupos de eslavos se asentaron en la región, la antigua Emona fue rebautizada como Luba, o Laubach, un vocablo que significa en antiguo eslavo "amada", un topónimo del que terminó derivando Ljubliana.


Poco después, en época Carolingia, quedó incorporada a los dominios francos y en el 1270, Otakar II de Bohemia, anexionó toda Carniola, incluyendo Ljubliana a su extenso estado. Ese nuevo dominio eslao duró poco, pues en 1278, la ciudad fue conquistada por Rodolfo I de Habsburgo, pasando a engrosar el enorme patrimonio territorial de los Austria.


De esta forma la Casa de Austria tomó posesión de Ljubliana, y poco a poco fue implantándose en todo el país a partir del último cuarto del siglo XIII, impregnando con su personalidad y gustos arquitectónicos esta preciosa ciudad. De ahí el rostro de Habsburgo que la asemeja a otras urbes centroeuropeas como Viena o Bratislava.


Los gobernadores y señores feudales, tuvieron que hacer frente a las frecuentes rebeliones, que como en otras regiones de Europa, protagonizaron los campesinos eslavos, durante la Baja Edad Media (siglos XIV y XV).


Los Habsburgo fueron dueños de la región hasta la aparición de una nueva fuerza conquistadora en Europa: Napoleón Bonaparte.


La ciudad medieval se organizaba a partir de tres plazas o mercados: Stari trg - el mercado viejo - el Mestni trg - el mercado municipal - el más importante desde el siglo XII, y el Novi trg - el mercado nuevo - el más nuevo de los tres.



En la actualidad es más evidente el aspecto barroco de la ciudad que el medieval de una de las ciudades más agradables de la Vieja Europa, una urbe completamente accesible a pie, Ljubliana luce un brillante pasado imperial, pero en ella late un eterno sentir eslavo. 


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