Ljubliana,
la capital de la verde Eslovenia, es como una Viena en miniatura, la
impronta de la casa Habsburgo te asalta en cualquiera de sus
encantadores rincones. La llegada de la poderosa dinastía imperial
se produjo en la Edad Media.
Tras
la desaparición del Imperio Romano de Occidente, grupos de eslavos
se asentaron en la región, la antigua Emona fue rebautizada como
Luba, o Laubach, un vocablo que significa en antiguo eslavo "amada",
un topónimo del que terminó derivando Ljubliana.
Poco
después, en época Carolingia, quedó incorporada a los dominios
francos y en el 1270, Otakar II de Bohemia, anexionó toda Carniola,
incluyendo Ljubliana a su extenso estado. Ese nuevo dominio eslao
duró poco, pues en 1278, la ciudad fue conquistada por Rodolfo I de
Habsburgo, pasando a engrosar el enorme patrimonio territorial de los
Austria.
De
esta forma la Casa de Austria tomó posesión de Ljubliana, y poco a
poco fue implantándose en todo el país a partir del último cuarto
del siglo XIII, impregnando con su personalidad y gustos
arquitectónicos esta preciosa ciudad. De ahí el rostro de Habsburgo
que la asemeja a otras urbes centroeuropeas como Viena o Bratislava.
Los
gobernadores y señores feudales, tuvieron que hacer frente a las
frecuentes rebeliones, que como en otras regiones de Europa,
protagonizaron los campesinos eslavos, durante la Baja Edad Media
(siglos XIV y XV).
Los
Habsburgo fueron dueños de la región hasta la aparición de una
nueva fuerza conquistadora en Europa: Napoleón Bonaparte.
La
ciudad medieval se organizaba a partir de tres plazas o mercados:
Stari trg - el mercado viejo - el Mestni trg - el mercado municipal -
el más importante desde el siglo XII, y el Novi trg - el mercado
nuevo - el más nuevo de los tres.
En
la actualidad es más evidente el aspecto barroco de la ciudad que el
medieval de una de las ciudades más agradables de la Vieja Europa,
una urbe completamente accesible a pie, Ljubliana luce un brillante
pasado imperial, pero en ella late un eterno sentir eslavo.
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