Nuevamente
el dios pagano vencido por un monje cristiano. Cuenta una leyenda que
en el anfiteatro de la ciudad de Metz residía Graoully, un fiero
dragón superviviente de los antiguos tiempos paganos de la
supersticiosa Europa y que aún aterrorizaba a los piadosos
cristianos. Para desterrar por siempre la falsas creencias
ancestrales, Clemente, primer obispo de la ciudad, expulsó al dragón
de la ciudad obligandole a vagar por páramos desiertos donde no
pudiese seguir haciendo daño. Con el tiempo Graoully se convirtió en
un símbolo de Metz, y a partir del siglo XI era incluso venerado en
las procesiones celebradas durante las rogaciones.
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