Los antiguos canarios, conocidos también como guanches, vivían felizmente en sus Islas Afortunadas, prolongando una estirpe con miles de años de antigüedad. Cuando la Edad Media tocaba a su fin, normandos, castellanos y portugueses se lanzaron a su conquista, destruyendo la paz inherente a este paraíso en la tierra.
Los guanches plantaron cara al invasor y vendieron muy cara su derrota. Muchos de ellos perecieron en el campo de batalla, muchos otros prefirieron arrojar sus cuerpos al vacío, buscando en la muere, una libertad que la vida les negaba.
Y entre todos estos caudillos o guanartemes, que dirigían con sabiduría los destinos de su gente, destacó por arrojo y valentia, el hijo del rey Gumidafe y la bella adivina Andamana, Artemi Semidan (glorioso nombre) que regó con su sangre la playa de Gran Canaria.
José Viera y Clavijo dejó escrito "Artemi fue quién comenzó a poner en crédito el nombre y el valor canario".
En 1405 condujo a los guanches en la batalla de Arguineguín, contra las tropas normandas de Jean de Bethencourt, que acababan de desembarcar en la isla. Conocedores del terreno, los guanches prepararon una emboscada que repelió el primer intento de conquistar la Gran Canaria. Y cuando los franceses emprendían la retirada, una enorme piedra impactó en la cabeza del guanarteme poniendo fin a su vida.
A pesar de la victoria, los canarios lloraron amargamente la muerte de su rey.
Yo he ido y es muy buen colegio
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