Un
partido de fútbol (creo que la final de la Copa UEFA entre Sevilla y
Benfica), un portero esloveno (recientemente fichado por el Atlético
de Madrid) y un comentarista me han traído hasta aquí. Cuando uno
prepara viajes, cualquier dato o referencia puede ser útil. En esta
ocasión, el comentarista en cuestión, hablando del portero
esloveno, dijo que su localidad natal, de curioso nombre (al menos
para nosotros españoles) tenía fama de ser uno de los más bonitos
de Eslovenia. Y aquí estoy.
El
nacimiento de la población como tal aconteció en el 973, cuando el
emperador Otón II el Rojo, regaló la plaza al obispo Abraham von
Freising, convirtiéndo al prelado en fundador y señor de Skofja
Loka.
Situada
en un lugar estratégico, la confluencia de dos ríos, tan solo le
faltaba un mercado, celebración que consiguió en 1248. Anteriormente el emperador Otón III concedió a los obispos el derecho de acuñar moneda y cobrar peaje. Poco
después, en 1274, fue elevada por el obispado al rango de ciudad.
Skofja
Loka estuvo protegida por una muralla con cinco torres y puertas.
Imposible para un burgo medieval existir sin protección, ni
fortificación.
Las
epidemias, la peste, las hambrunas y las guerras azotaron esta
localidad eslovena, pero fue un terremoto, en el año 1511, el más
devastador azote que ha padecido la ciudad en su historia, pués
prácticamente quedó destruida.
Una
leyenda, convertida en blasón, relata que el obispo Abraham se
encontraba en el bosque y fue atacado por un enorme oso. Sus
acompañantes, de raza negra, salvaron la vida al obispo, y por eso
hoy lucen, coronados, en el escudo de Skofja Loka.
El
Castrum firmissimun, construido en la Edad Media, seriamente dañado
por el movimiento sísmico, ha dominado durante un milenio la
población y sus alrededores.
La
Iglesia de Santiago, gótica de principios del siglo XV, fue erigida
sobre los restos de un templo más antiguo.
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