En
sus correrías por el Occidente Carolingio, los magiares, aquellos
fieros guerreros que habían llegado a Europa siguiendo al caudillo
Arpad, después de arrasar el Norte de Italia, atravesaron los
Pirineos y se lanzaron sobre la Marca Hispánica.
Las
huestes magiares, formadas por rápidos y disciplinaos arqueros a
caballo, capaces de disparar flechas con una endiablada velocidad, y
descomponer en pocos minutos las filas enemigas, destruyeron los
monasterios de Banyoles, Santa Coloma de Farners y San Pedro de las
Puellas, alcanzando las fértiles tierras de Lérida. Tras no poder
asaltar la ciudad musulmana de Lérida, los jinetes nómadas no
suelen estar preparados para iniciar asedios con éxito,
retrocedieron por los condados de Urgel y Cerdaña, portando consigo
un cuantioso botín.
Recompuestos
de la sorpresa inicial, los condes de la Marca logaron reunir un
poderoso ejército, que fue capaz de derrotar a los terribles jinetes
húngaros un día de agosto del año 942 en la Batalla de Baltarga.
El
dicha batalla encontró la muerte Armengol, primogénito del señor
de Barcelona, Suñer I.La tragedia afectó negativamente al Conde de
Barcelona y su alma quedó sumida en una profunda depresión, y poco
después, Suñer dejó el condado en manos de sus hijos y se retiró
a un monasterio cercano a Carcasona.
Los
condes catalanes demostraron en esta ocasión, por un lado la
efectividad de la Marca Hispánica (concebida como bastión
defensivo), y por otro lado, su capacidad para defender y gobernar
(de forma autónoma) sus propias tierras.
Esta
fue la primera toma de contaco entre la futura Corona de Aragón y
los artífices del Reino de Hungría. Unos siglos más tarde, una
descendiente de aquellos jinetes nómadas, Violante de Hungría, se
convirtió en reina consorte de Aragón tras su matrimonio con Jaime
I el Conquistador.
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