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domingo, 8 de octubre de 2017

TAIGA O BOSQUE BOREAL.



Allí donde acaba el mundo de las ciudades, en los límites de la región templada, comienza la profunda taiga o bosque boreal. El lejano septentrión, tierras ajenas y extrañas para el mundo mediterráneo, se extiende la silenciosa taiga, enormes bosques de coníferas (pinos, abetos, cedros), árboles cuyas hojas tienen forma de aguja y desarrollan una gruesa cubierta que se adapta a las escasas precipitaciones. También evita la pérdida excesiva de agua, escasa precisamente por las pocas lluvias (concentradas en época estival) y las heladas invernales. La forma cónica de las copas de los árboles permite que la nieve resbale por ellas. Raíces largas y poco profundas para aprovechar mejor los nutrientes de las hojas y restos vegetales que caen al suelo (muy delgado y pobre). Estos árboles crecen apiñados entre sí para protegerse de las fuertes ventiscas. Una masa vegetal de aspecto gris, monótono y sombrío.


Las temperaturas extremas de un riguroso clima continental, con un verano corto y cálido, y un invierno muy largo y extremadamente frío, condicionan el medio físico y las formas de vida.


Suelos pobres, ásperos, casi sin vida. El deshielo primaveral pudre las plantas y enriquece el suelo. Las bajas temperaturas inhiben la acción bacteriana de los hongos, por lo que la descomposición es muy lenta. Por otra parte se trata de suelos muy ácidos para que puedan vivir las lombrices, por lo que el humos no se mezcla bien con la materia mineral. Resultado: suelos muy pobres, tipo “podzol”.


La vida es muy dura para los animales que habitan la taiga, como el oso pardo, el lobo, el zorro, la marta, el glotón, el visón, el alce y el ciervo, así como los ganados de renos semidomésticos. En invierno las aves emigran a latitudes más cálidas. Muchos de estos animales tienen la capacidad de cambiar de color su piel en función de la estación, como es el caso del armiño. En verano, con las temperaturas cálidas y los días de 24 horas, proliferan los insectos voladores, especialmente los molestos mosquitos.


viernes, 30 de junio de 2017

ALCE, SEÑOR DE LA TAIGA.



En las regiones boreales del continente euroasiático se extiende la taiga, un profundo y oscuro bosque de coníferas de suelos pobres y clima riguroso, allí, el alce, es el amo y señor. Con su porte y elegancia se mueve por sus dominios como un auténtico señor feudal, luciendo con elegancia su majestuosa cornamenta.


El Alce – Alces alces – es el cérvido de mayor tamaño que existe en la actualidad. Un macho adulto puede llegar a alcanzar los 2.40 metros de altura y los 500 kilogramos de masa corporal, unas medidas ciertamente impresionante. Las hembras, más coquetas ellas, suelen quedarse en los 300 kilos.


Los alces no suelen vivir en grupo, prefieren la soledad y el silencio de los bosques septentrionales. Durante los meses del corto verano circumpolar les gusta pastar en la tundra (lejos de los molestos mosquitos), cerca de lagos y zonas pantanosas. 


Sienten especial predilección por las zonas húmedas, son buenos nadadores y bucean para comer plantas acuáticas y nenúfares. Dentro de su dieta, los tiernos brotes de sauce son su golosina favorita.


En algunas épocas del año, especialmente en invierno, se agrupan en pequeños rebaños para recorrer grandes trayectos y defenderse mejor de su principal enemigo natural; el lobo.




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