martes, 10 de noviembre de 2020

INTRODUCCIÓN AL SEGUNDO PERÍODO INTERMEDIO

 


Tras el fin de la Dinastía XII asistimos a una nueva escisión y a la llegada de un nuevo pueblo, los hicsos. Finalizado el Imperio Medio, comienza otra etapa de fragmentación, convulsiones y crisis, el Segundo Período Intermedio. Esta época está llena de confusiones, en parte por la falta de información y, en parte, por la interpretación errónea que hicieron algunos historiadores, como Manetón.


La gloria del Imperio Medio había sucumbido en las tinieblas de una época muy mal conocida, la del Segundo Período Intermedio (1875-1552, de la XIII dinastía a la XVII). Una invasión sucedió a un período de anarquía. Hacia el 1650, unos extranjeros, los «hicsos», invadieron el Delta. Según el historiador judío Flavio Josefo, que Manetón afirma citar, un castigo de Dios cayó sobre Egipto. Los hicsos procedían del este y penetraron fácilmente. Quemaron ciudades, arrasaron los templos, masacraron a los egipcios o los redujeron a esclavos, sin discriminar a mujeres ni niños. Tuvieron un jefe que organizó grupos armados. Impusieron tributos, explotando duramente a sus vencidos. El calificativo de «reyes pastores» atribuido a esos invasores es un error; proviene de una mala etimología de «hicsos», término trasladado del egipcio y que en realidad significa «príncipes de los países extranjeros». En el Imperio Medio se designaba de este modo a los jefes beduinos. Seguramente, hay que corregir buena parte de esta descripción apocalíptica.


Los historiadores modernos no dan casi crédito a la versión de Flavio Josefo, que mencionamos anteriormente. No piensan que el balance material de la ocupación de los hicsos haya sido catastrófico. Devastaciones, destrucciones, incendios, parecen formar parte de una temática literaria destinada a revalorizar la llegada de un rey salvador que sacó al país de la odiosa influencia extranjera. El verdadero caos fue la ausencia de un gran faraón.

Christian Jacq

El Egipto de los Grandes Faraones



El Segundo Período Intermedio incluye las dinastías desde la XIII hasta la XVII inclusive, y tuvo una duración de 234 años. Una época de desorden y desunión, en la que un pueblo extranjero, los hicsos, fundaron sus propias dinastías.


De las cinco dinastías de este período se conocen pocos detalles, a veces ni siquiera el nombre del faraón. Los faraones de la dinastía XIII tuvieron poca importancia, con reinados muy cortos y dirigidos por unos visires que iban acumulando más y más poder. Residían en Ittauy o en Tebas, como meras figuras decorativas, lejos del poder administrativo que seguía en Menfis. La autoridad real retrocedió mucho en el Delta, llegando a crearse aquí una dinastía paralela, la XIV, vasalla de la XIII.


Desde el reinado de Amenenhat III (o Amenemes III) algunos grupos de población semita se fueron asentado en el Delta. Estos semitas son los antecesores de los gobernantes hicsos o jefes de países extranjeros. Aunque la infiltración de los hicsos (desde el 1730) fue pacífica, sus innovaciones en la guerra los convirtieron en una fuerza poderosa. Introdujeron los arreos para unir el caballo al carro, así como el jepesh o espada curva, el casco y la protección corporal.


La dinastía XV es la de los Grandes Hicsos y la XVI es la de los Pequeños Hicsos, vasallos de los anteriores. El primer faraón hicso fue Salitis y como narra Flavio Josefo en su obra Contra Apión: Por su fuerza tomaron el país fácilmente sin asestar un golpe; y habiendo vencido a los gobernantes del país, luego quemaron nuestras ciudades despiadadamente, arrasaron, hasta los cimientos, los templos de los dioses […] Finalmente, nombraron rey a uno de ellos que se llamaba Salitis. En la histórica ciudad de Tebas se creó otra dinastía, la XVII, que inició un conflicto con los reyes de la dinastía XV. Vencería Amosis, rey tebano, que expulsaría a los hicsos hasta Palestina e inauguraría una época de gran esplendor: el Imperio Nuevo.


En Ávaris (actual Tell el-Daba), capital de los hicsos, se han encontrado frescos en el palacio de los faraones, de estilo minoico, y muy similares al legendario palacio de Cnosos (en Creta) y en esta isla se han hallado varios objetos con cartuchos de reyes hicsos. Estos hechos demuestran los fluidos contactos que existieron entre hicsos y minoicos. La existencia de las pinturas murales parecen indicar la presencia de una comunidad minoica en Ávaris.


Aunque siempre se ha visto (o se ha querido ver) el Segundo Período Intermedio como una época de caos y decadencia (en parte por la visión que nos ha legado Manetón), la cultura experimentó un notable desarrollo. Una prueba de esto que decimos es el Papiro matemático de Rhind, que fue copiado en el año 33 del reinado de Apofis I. En el campo de la música los hicsos aportaron nuevos instrumentos como un tipo de arpa portatil.


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