jueves, 31 de enero de 2019

ALANOS.



De complicado origen, los alanos, procedentes de Asia Central, fueron uno de los múltiples pueblos que aprovechando la crisis del siglo III realizaron incursiones en las tierras del Imperio Romano. Parece ser que serían de procedencia irania, con quienes les uniría la lengua y otros aspectos culturales, procederían de las zonas montañosas, pues parece que el término “alain” significa montaña.

Según Amiano, autor de Res Gestae;“casi todos los alanos eran algo rubios, de hermosas facciones y arrogante figura, consideraban como una felicidad morir en la guerra, y su mayor timbre de gloria era el haber matado a un enemigo, cuyos despojos gloriosos, especialmente la piel de su cráneo colgaban como trofeo del petral de sus caballos de guerra, no tenían templos, ni adoraban más dios que una espada desnuda clavada en la tierra; no reconocían otra autoridad más que la de unos magistrados o jueces nombrados entre los guerreros más ancianos y valientes, y desconocían cualquier tipo de esclavitud”.

Los alanos llegaron a formar una especie de estado, muy mal organizado por cierto, en el siglo III, entre el Ural, el Cáucaso y el Don, que fue rápidamente destruido ante el avance imparable de los hunos.

Los historiadores (antiguos y modernos) no se ponen de acuerdo al clasificar este pueblo y establecer su nacionalidad. Entre Josefo, Ptolomeo, Claudiano y Amiano Marcelino existen notables discrepancias, pues mientras unos los identifican con los getas, otros los confunden con los escitas, los hunos y los vándalos. El poeta Ovidio, en su largo y triste destierro en el Ponto, describió por primera vez sus salvajes y rudas costumbres.

Los alanos irrumpieron en Europa en el siglo IV y se dividió en dos grupos. Uno continuó su avance hacia el oeste, en la misma dirección que los germanos, y llegaron a la Galia, a Lusitania y finalmente al Norte de África, donde se fusionaron con los vándalos. El otro grupo se dirigió hacia el este y se asentó en el Cáucaso. Se dice que en esta cordillera aún viven algunos de sus descendientes, repartidos entre Georgia y Rusia.

En el siglo IV se asentaron en tierras de la actual Hungría debido a la presión de los godos, y de ahí pasaron a la Galia en el 406. Tres años después pasaron a la península Ibérica junto con vándalos y suevos. Tras su exterminio por el rey visigodo Valia en el 418, sus supervivientes se unieron a los vándalos de Genserico, que terminaron fundando un reino en el norte de África.


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