viernes, 26 de enero de 2018

EL CANTAR DE GESTA.



Extensos poemas de verso largo que narran hechos gloriosos de antepasados elevados a la categoría de héroes, el Cantar de Gesta es una creación genuina de la Plena Edad Media y coincide en el tiempo (más o menos) con la época feudal.

En estos cantares se narran sobre todo guerras y campañas militares, se hace exaltación del heroísmo y las virtudes (masculinas) pero nunca se compusieron para ser leídos, sino para ser cantados y escuchados. Se encargaban de ello juglares profesionales, acompañados de instrumentos de cuerdas y del atrezzo, la mímica y los movimientos necesarios. Ejercían su arte ante toda clase de públicos, nobles y plebeyos, en suntuosos salones de los castillos, en plazas de mercado, en justas, romerías y fiestas. Muchos oyentes soñarán emular las hazañas narradas.

Algunas veces los juglares acudían al campo de batalla, y antes de comenzar el combate cantaban las andanzas de los héroes del pasado para arengar e insuflar bríos y valor a la nerviosas tropa.

La gesta se corresponde con la historia popular (para entendernos, lo que actualmente sería la novela histórica), la que emociona al hombre sencillo, lejos de los fríos datos con los que se deleitan doctores y eruditos. Cantos que tendían a la exageración, a la idealización de los personajes, a lo maravilloso y fantástico. Estos relatos pasan de generación en generación, conservados en la memoria del pueblo y fueron evolucionando hasta convertirse en Cantares de Gesta literarios.

La clave de todo este proceso transformador se encuentra en el genio creador del juglar, que se sitúa ante la historia, con sus datos y cronología, pero lo hace con libertad para construir su poema, dotándolo de acción y drama, dibujando la personalidad de cada personaje, inventando situaciones y diálogos, y ofreciendo un todo autoconclusivo con planteamiento, nudo y desenlace, una narración donde priman los detalles, las descripciones, el artificio y los matices (una constante medieval) por encima de los acontecimientos.

El juglar recita versos de memoria y cual Demiurgo tiene la capacidad de improvisar y adaptar a gustos, preferencias y exigencias del público, de tal forma que los textos nunca fueron ni fijos, ni definitivos.


El amanuense es el tercer eslabón en la cadena, su monótono trabajo de pasar las gestas a papel, y hacer una y mil copias, nos brinda la oportunidad a nosotros, gente del siglo XXI, de sumergirnos de lleno en el universo ideológico y artístico medieval. 

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