jueves, 1 de junio de 2017

MAQUEDA.



Asentada sobre un cerro, en un enclave estratégico en un cruce de caminos, Maqueda, entre Ávila y Toledo era tan apreciada por Almanzor, que la llamó “Sueño Dorado”.


La historia del lugar de remonta a la protohistoria y posiblemente sirvió de asiento a un castro. Más tarde fue romana, árabe y finalmente cristiana. Sus edificios y toponimia recuerdan su pasado.


La Puerta Califal, construida entre los siglos X y XII, era la entrada a la fortaleza y hoy el lugar ideal para penetrar en el pasado medieval de Maqueda.

Santa María de los Alcázares es la iglesia parroquial de Maqueda y aparece reseñada en los documentos más antiguos de la Diócesis de Toledo. La iglesia se construyó dentro del recinto de la antigua fortaleza y se apoyaba en la puerta califal.


La Torre de la Vela, levantada en el siglo XII, y hoy encajada en el núcleo residencial, es uno de los restos de la antigua fortaleza. Está construida en mampostería y ladrillo.


En un lugar visible para todos se levanta un Rollo Jurisdiccional, levantado hacia 1500. Se trata de un símbolo de la villa para administra justicia.


El castillo se eleva, como la morada del dios Zeus, por encima de la villa y de todo el entorno. Considerado el auténtico emblema de Maqueda fue un puesto de vigía romano. De origen musulmán, fue reconstruido y ampliado por el matrimonio Cárdenas – Enríquez en el siglo XV. Fue propiedad, entre otros, del condestable Álvaro de Luna, y en sus aposentos se instalaron personajes ilustres como el Cardenal Mendoza e Isabel la Católica.


La villa y su fortaleza guardan, desde el Norte, el Camino de Toledo. También vigilaba los caminos utilizados, desde tiempos ancestrales, por rebaños de cabras, vacas y ovejas. Cerca de aquí comienzan las históricas tierras de vettones (y terminan la de los carpetanos).




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