Burguete se encuentra en el corazón de una de las principales áreas
de brujería navarra. A comienzos del siglo XVI toda la comarca fue
objeto de las investigaciones protagonizadas por el licenciado
Balanza, miembro del Consejo Real de Navarra, conocido (por motivos
obvios) como el Torquemada navarro.
La toponimia del cercano bosque, Sorginaritzaga (sorgina – sorgiña
– significa bruja en euskera) recuerda el pasado brujeril,
escenario de aquelarres, de una sonada persecución y una contundente
represión. El Torquemada navarro mandó al infierno a decenas de
pecadores. Las pesquisas iniciadas por Balanza desencadenaron una
caza de brujas en 1525 que culminó con la ejecución pública de
cinco personas acusadas de brujería.
19 de junio de 1525, en la plaza de Burguete, frente a la iglesia de
San Nicolás se quemaron cinco brujas. Ese día acudieron gentes de
toda la comarca, de ambos lados de la frontera, aprovechando además
que se consumaran las ejecuciones en día de feria. Un verdadero
espectáculo de la época.
Durante un tiempo se conservaron en el interior de la iglesia de San
Nicolás los “sambenitos”, símbolos de la infamia, prendas con
las que se vestían los condenados y que recordaban sus terribles
pecados.
“Vinieron a buscarnos, y nos encontraron. Hubo muchos testigos,
vecinos chivatos, malas personas. Lo que no contaron los vecinos, lo
arrancaron los verdugos mediante insoportables torturas. Yo declaro,
yo juro; soy bruja, lanzo maldiciones sobre mis vecinos de aldea y en
las noches de akelarre copulo con Satán. Soy culpable de estos
delitos, caiga la justicia divina sobre mi”.
Las llamas devoran la carne y purifican el alma. El humo ahoga los
gritos de dolor. Las primeras lluvias de la noche apagan los últimos
rescoldos de las hogueras.
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