Oligoceno se extiende entre 35.4
millones de años y 23, 3 millones de años y durante este tiempo las
colisiones entre las diferentes placas tectónicas de la litosfera
terrestre continuaron sin parar desde el eoceno.
En el hemisferio oriental, restos
afroárabes e indios (desgajados de Gondwana) impactaron con el
supercontinente Eurasia al norte, cerrando el extremo oriental del
mar de Tetis y dejó en su lugar un residuo muy mermado, el mar
Mediterráneo. Las fuerzas de compresión que se generan por la
colisión contribuyen a elevar un extenso sistema de cadenas
montañosas desde los Alpes, el el oeste, hasta el Himalaya al este.
Mientras la placa australiana chocaba contra la indonesia y la
norteamericana había comenzado a solaparse sobre la del Pacífico.
El clima siguió siendo
subtropical y húmedo en Norteamérica y Europa, aunque se había
iniciado una tendencia al enfriamiento global a largo plazo, que
continuó en el Mioceno, y culminaría en los gélidos períodos
glaciares del Pleistoceno.
Los mamíferos estaban ya
plenamente asentados como forma de vida terrestre dominante, como los
équidos antecesores de los actuales caballos y rinocerontes. Un
subgrupo de estos últimos, el Baluchiterium de Asia Central, es el
mamífero terrestre más grande de todos los tiempos.
Los camellos, del tamaño de
ovejas, y los primeros elefantes, carentes de trompa y colmillos. Los
creodontos se habían diferenciado ya para dar lugar a los
antepasados de actuales perros y gatos. Los roedores estaban muy
extendidos, y entre los primates tenemos al tarsero y al lémur.
De los estratos del Oligoceno se
han extraído huesos de los primeros monos del Viejo Mundo.
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