Uno de los
grandes héroes del reino medieval de Hungría, Janos Hunyadi, el
Caballero Blanco, descansa en suelo rumano. Una tierra, Transilvania,
que durante siglos fue húngara. Al escribir estas líneas tengo la
esperanza de no ofender a nadie, ni a rumanos, ni a húngaros, ni a
los pasados, ni a los presentes, ni a los futuros. Pero fueron los
ciudadanos de Transilvanias los que votaron la unión con Rumanía en
noviembre de 1918, una vez concluida la Gran Guerra.
Hace unos
años – no se cuantos – en una visita a Budapest conocí a Janos
Hunyadi – o Hunyadi Janos – y rápidamente caí en la cuenta que
se trataba de Iancu de Huneodara, del que había leído tanto
mientras me dedicaba a recrearme en las andanzas del valaco Vlad
Tepes. El verano pasado volví a Hungría, encontré estatuas y
referencias a Hunyadi en varias ciudades, y en este viaje a Rumanía,
quería visitar su sepulcro.
Debo
confesar que me llama la atención como tratan algunos pueblos a las
personas que consideran importantes para su historia; la lápida de
Hunyadi Janos estaba llena de pequeñas coronas de flores con una
cinta de la bandera de Hungría atada. Aquello me hizo pensar, que
poco símbolos existen en España que identifiquen a todos (o a gran
parte de) los españoles. ¿Os imagináis los sepulcros de los Reyes
Católicos así?. Para que no se ofenda nadie, debo apuntar que
también había una bandera rumana sobre el féretro.
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