Casimiro III, el rey que
había conseguido restaurar la monarquía polaca, a pesar de morir
sin descendencia lo dejó todo atado y bien atado, pues había
designado heredero a su sobrino, el rey de Hungría Luis I. Aunque lo
cierto es que Luis I, que tenía otras preferencias, se desentendió
bastante de los asuntos polacos.
La nobleza polaca,
acostumbrada como estaba, a intervenir en los asuntos de la corona,
no tuvo inconvenientes en reconocer y aceptar a Eduvigis, hija de
Luis, como sucesora en el trono. Eso sí, a cambio de un considerale
bajada de impuestos y la concesión de algunos privilegios. La
nobleza polaca aceptaba la unión dinástica con Hungría pero, cosas
de la historia (que es lo mismo que la vida) esa unión se va a
materializar con otro vecino: el Gran Ducado de Lituania.
Con la muerte de
Casimiro desaparece la histórica dinastía de Piast, pero la reina
húngara Eduvigis va a propiciar la llegada de una nueva dinastía de
Polonia, los Jagellones. Continuará...
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