En
los siglos XII y XIII la iglesia católica va penetrando (a veces a
duras penas) entre las masas de población, y además de su obra
evangelizadora, fue el único cemento que podía mantener la
maltrecha unidad polaca.
Los
monasterios, vinculados al mundo rural, consiguen animar la vida
económica, mientras que las órdenes mendicantes alcanzan su
plenitud en el país durante el renacer urbano del siglo XIII.
Los
primeros escritores en lengua polaca, formados en Italia, Francia y
Bohemia, van introduciendo a Polonia en la Civilización Cristiana de
Occidente. Entre las obras escritas podemos citar la Crónica de
Wincenty Kadlubek.
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