Durante
la fragmentación política y territorial la nobleza aprovechó para
aumentar su poder y prestigio. Este poderoso cuerpo nobiliario tiene
su base en la szlachta, que en un principio formaba un segmento
aparte de los grandes terratenientes.
La
szlachta, que se encuentra en el origen de los magnates, era una
clase abierta y dinámica, caracterizada por la ausencia de la
rígida, típica (y tópica) jerarquía feudal, cuyos integrantes
tenían la obligación de defender el país. Una ingente masa de
caballeros establecidos en sus tierras y algunas familias señoriales
de rancio abolengo, que con el tiempo va a conseguir también
controlar la actividad mercantil.
Al
contrario de lo que sucedió con los nobles de casi toda Europa, la
szlachta polaca fue cada vez más poderosa (e influyente) y con el
advenimiento del estado moderno y la monarquía autoritaria,
establecieron una especie de democracia parcial que en última
instancia beneficiaba a todos estos nobles.
Entre
los siglos XIV y XV los miembros de la szlachta van a aprovechar
astutamente el momento de auge económico para ampliar sus
propiedades y blindar sus privilegios. Para aumentar beneficios, y
ante la exportación masiva de grano, fijan los campesinos a la
tierra y los somete a la prestación vecinal. Todo esto supone un
recrudecimiento (un tanto anacrónico) del Régimen Señorial.
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