Desde 1370 la transición
entre la histórica dinastía Piast y la renovadora dinastía
Jagellón, se produjo en dos pasos; en primer lugar los polacos
aceptaron a los húngaros Luis y Eduviges como reyes, y en un segundo
momento el matrimonio de Eduviges con el gran duque de Lituania,
tiene como consecuencia la unión dinástica de ambos estados y la
entronización de un nuevo linaje. Esta unión matrimonial vinculó a
los dos países durante más de cuatro centurias.
En 1386 Eduviges rompe
su compromiso con un príncipe Habsburgo y los manipuladores magnates
polacos la lanzan a los brazos del atractivo Jogalla, duque de
Lituania, el último estado pagano de Europa. Al año siguiente se
celebra en Cracovia el bautismo, el matrimonio y la coronación de
Jogalla, que pasará a sr conocido como Vladislav II Jagellón. Este
matrimonio con Lituania fue la solución aceptada (muy consensuada)
para acabar con la crisis que provocó la desaparición de la
legendaria y legítima dinastía Piast.
Vladislao unió en su
persona ambos títulos, rey y gran duque, pero en la práctica
mantuvo a los dos países separados. Inmediatamente Jogalla se puso
manos a la obra, estableciendo el obispado de Vilna, para desde allí
evangelizar a cuantos más lituanos mejor. Nunca desatendió los
asuntos polacos, y en 1410 (junto a su hermano Vitautas) derrotó a
los caballeros teutónicos en la decisiva batalla de Grunwald. Además
consiguió el vasallaje de Valaquia y de Moldavia, de tal manera, que
en la práctica, extendía su poder desde el mar Báltico al mar
Negro.
La unificación del
reino de Polonia y el gran ducado de Lituania bajo los jagellones
forjó el estado más vasto (por extenso) de Europa Oriental, sin
embargo, la nobleza nunca pudo ser sometida y la posición interna de
los sucesivos monarcas fue siempre de debilidad manifiesta.
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