Omar Khayyam fue
astrónomo y matemático en la corte de Malik Shah I, poderoso sultán
selyúcida. Nada es definitivamente cierto, ni absolutamente falso en
su vida. Su tintero rebosaba de elíxir carmesí. Mojó su pluma en
vino, y convirtió su letras – Rubaiyat – en un desgarrador canto
a la vida. A su propia vida que siempre basculó entre el
conocimiento supremo y los excesos, capaz de escudriñar desde su
observatorio en Ishafán, el rincón más lejano del universo, al
tiempo que declara su amor incondicional a la luna mientras apura el
último trago de su copa.
reserva el mañana, esfuérzate
por ser feliz hoy. Coge un
cántaro de vino, siéntate a la
luz de la luna y bebe pensando
en que mañana quizá la luna
te busque en vano”.
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