El yelmo y la espada, la lanza y la adarga, las armas veladas, la cruz y la Biblia. La literatura medieval configuró el modelo de una caballería cristiana. El caballero andante sirve a su dama y es devoto cristiano. Siempre presto a socorrer al débil. Don Quijote auna la valentía de Lancelot, el corazón de Perceval, la pureza de Galahad y la grandeza de Arturo.
La novela de Cervantes bebe, sin querer o queriendo, de toda la tradición literaria artúrica. Don Quijote manda a los caballeros derrotados a presentar respetos a la incomparable Dulcinea del Toboso, de igual manera que los miembros de la Mesa Redonda, aventureros por convicción, obligaban a los rivales derrotados dirigirse a Camelot y rendirse frente al rey Arturo. Nunca he pensado que Cervantes pretendiese ridiculizar a los libros de caballería, su Quijote es una novela mucho más profundo que eso.
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