lunes, 16 de enero de 2017

LABASTIDA.



Sobre las tierras llanas y vinícolas de Arabar Errioxa (Rioja Alavesa) se eleva el espectacular templo-fortaleza del Santo Cristo, señor supremo de Labastida.



La antigua y noble villa de Labastida, como bien indica su nombre (bastida significa lugar fortificado) liga su larga historia con la guerra, acaso la más antigua ocupación humana. Con permiso de la caza.


Labastida, enclavada en un roquedo, vivió durante la Edad Media todo tipo de avatares al pasar de manos navarras a manos castellanas. Sancho VI el Sabio, rey de Navarra, amuralló la villa y construyó un templo-fortaleza sobre una iglesia románica anterior. En el año 1200 Labastida, junto a otros territorios de Álava, Vizcaya y Guipuzkoa, fueron incorporados a sus dominios por el monarca Alfonso VIII de Castilla.


En el año 1242 el rey Fernando III el Santo convierte a Labastida en la única localidad de Rioja Alavesa con Fuero de Población. Guerreros, nobles, algunos artesanos, algún visitante ocasional, juglares y trovadores cohabitaron en este lugar durante esta época. Durante los siglos de la Edad Moderna (XVI, XVII y XVIII) Labastida vivió su época dorada.


El arco de Toloño fue en otro tiempo la puerta de acceso norte a la villa.


Muchas de las viviendas de Labastida aún conservan lagares como este que eran utilizados para la elaboración del vino. En estos recipientes labrados en piedra se producía la fermentación alcohólica de los racimos enteros, un sistema empleado aún en Rioja Alavesa, conocido como maceración carbónica.



El entramado urbanístico de Labastida presenta dos zonas bien diferenciadas, correspondientes a sendos períodos histórico-artísticos. El barrio medieval en torno al templo-fortaleza (hoy ermita) en la parte más alta, y la zona renacentista y barroca, vertebrada a partir de la calle mayor.


En un entorno medieval surge, como por encantamiento, el ayuntamiento barroco.


En la actualidad, y asentada sobre la base rocosa donde ser yergue la ermita del Santo Cristo, Nuestra Señora de la Asunción, mitad renacentista, mitad barroca, es la iglesia más importante del pueblo.


Blasones y palacios para la nobleza urbana.


Desde hace siglos Labastida está considerada la puerta de Arabar Errioxa.


En tiempos pasados las fuentes de los pueblos eran fundamentales para el abastecimiento de agua y habitual punto de reunión para los vecinos.


El medio natural que rodea a Labastida disfruta de un suave  y soleado microclima que propicia la existencia de olivares, almendros y viñedos, y plantas aromáticas como tomillo, jara o romero. Viejas cepas retorcidas y brillantes racimos jóvenes, especialmente de Tempranillo, son la materia prima ideal para elaborar excelentes vinos. Una comarca con tradición vinícola, desde los lagares rupestres y calados medievales, hasta las modernas bodegas actuales.




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