domingo, 19 de octubre de 2025

JUDITH, HEROÍNA DECAPITADORA.

 

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El acero, justo y vengador, prolongación del brazo de Judith, se hunde en el cuello de Holofernes y secciona la yugular. Poderosa imagen barroca, pintada por Artemisia Gentileschi, después de ser violada por su tutor Agustino Tassi. La sangre derramada no sirve de rendeción, pero quien a hierro mata, a hierro muere. La escena se inspira en la historia de Judith recogida en el Antiguo Testamento.


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Judith y Holofernes, Caravaggio. 


El Antiguo Testamento describe un mundo eminentemente masculino, patriarcal y machista, muy machista, en el que la mujer únicamente es esposa, madre, hija y hermana. No obstante, entre sus miles de páginas y su casi medio millón de palabras, desfilan algunas mujeres de arrolladora personalidad, fuertes convicciones y una gran voluntad de poder. Una de estas mujeres es Judith.



El relato de esta heroína está recogido en el Libro de Judith, una auténtica novela histórica incluida dentro del conjunto del Antiguo Testamento, concebida para ensalzar el patriotismo de los judíos. La crítica literaria especula que dicho libro fue compuesto a mediados del siglo II a.C. De todas maneras no está muy clara la fecha exacta de su redacción. 

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Una de las pinturas negras de Goya 



El general babilonio (aunque en las escrituras aparece como asirio) Holofernes dirige sus entrenadas y aguerridas tropas contra las poblaciones judías. El pavor, el miedo corre por las venas del pueblo de Israel, conocedores de los saqueos perpetrados por los babilonios, el pillaje, las violaciones a las castas mujeres y el sacrílego saqueo de las demás naciones. Una costumbre en el Próximo Oriente antiguo era robar los dioses de los enemigos y de las naciones vecinas.




La ciudad de Betulia se convierte en la siguiente víctima del invasor babilonio. Bajo sus muros acampan Holofernes y sus hombres. El miedo y la tensión va aumentando en los corazones de los moradores de Beturia. Entre los asediados se encuentra Judiht, una mujer viuda, acaudalada y virtuosa, respetada por todos los vecinos de la población. Cuentan además que vestía con humildes hábitos. Todo un ejemplo de saber estar entre sus vecinos y conciudadanos. Aterrada ante los beligerantes nubarrones que oscurecían el cielo de su país, Judith reza a Dios.




Concluida la oración, puso en marcha su plan. Tomó un baño, perfumó su piel, se vistió con elegancia, adornó su cuerpo con joyas y collares. La viuda de vida ejemplar se transforma en la seductora ideal. Y salió de la ciudad, acompañada de su sierva. Nadie las vio marchar. 
 

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Giorgione 



Segura de sí misma, y de la misión que se dispone a cumplir, Judith se dirige al campamento militar enemigo. Los primeros soldados que la vieron quedaron impresionados por la sublime belleza de Judith. Un suboficial la conduce son sigilo a la tienda de Holofernes. Usando la seducción e inteligencia, armas más poderosas que cualquier ejército, convence a Holofernes de que lo va a guiar hacia la victoria, a través de las tierras de Judea. Él la trata como a una reina y le permite realizar sus oraciones. 
 

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Grabado para las Crónicas de Nuremberg



 
El gran general aguanta las ganas y los ardides seductores de Judith, pero el cuarto día no resiste más la tentación y la invita a un banquete. Ella acepta la bebida que le ofrece. Arrastrada por la lujuria y la pasión, Holofernes bebió aquella noche más vino que en toda su vida. El fiero guerrero, agotado cayó en un profundo sueño. Entonces Judith cercenó su melenuda cabeza. La sierva cargó con la cabeza dentro de una talega, cuando ambas corrieron raudas de regreso a Betulia. 


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Retorno de Judith a Betulia, Botticelli



A la mañana siguiente de las murallas de Betulia, colgaba la cabeza sanfrante de Holofernes. Al verla, la tropa turbada levantó rápidamente el sitio y regresó a su país. Las fiestas por la victoria se prolongaron durante tres meses. Luego volvió todo a la rutina. Judith siguió administrando su fortuna. Tuvo algunos pretendientes, hechizados por su belleza, atraídos por su riqueza, enamorados de su pureza. Nunca se casó. Murió con 105 años. 


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Franz von Stuck 





La imagen de la decapitación de Holofernes por la mano verduga de Judith ha sido plasmada en numerosas obras de arte a lo largo del tiempo. Algunos de esos pintores, además de la citada Artemisia Gentileschi, que con sus pinceles y colores revivieron el trágico momento fueron, Donatello, Caravaggio, Giorgione, Andre Mantegna, Klimt . . .




También la belleza, la seducción y la sangre fría merecen ser santificadas, y ocupar un lugar de devoción popular judía.

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