A principios del siglo XV, en la ciudad de Laon, en el Norte de Francia, Tristán Hanotin, mozo guapo y de porte gallardo, quería seducir a la joven Pierrette. La alfarera Jeannette se ofreció como intermediaria, experta tal vez en el oficio de casamentera. Los vecinos (de naturaleza cotilla) empezaron a notar las ideas y venidas de Tristán, y que Pierrete cada día se arreglaba más y se vestía mejor. La madre de Pierrette decidió que la culpa era de Jeannette, quién por meterse en asuntos de corazón ajenos, acabó con el rostro desfigurado.
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