TORRES DEL RÍO.

 

Enclavada en el somontano Viana – Los Arcos, Torres del Río, también conocida como Torres de Sansol, ostenta el título de villa desde 1753. En su momento formó parte de las Cinco Villas de los Arcos, todas quedaron integradas a la Corona de Castilla.

Torres del Río es un minúsculo hatajo de casas ceñido en torno a un hermoso templo octogonal.

Matilde Asensi.

Peregrinatio.

Torres del Río cuenta con dos monumentos muy interesantes que bien merecen una detenida visita. Una es la parroquia del siglo XVI dedicada a San Andrés, una iglesia gótica-renacentista. El otro es la famosa iglesia del Santo Sepulcro, una joya románica del siglo XII.

El tramo desde Los Arcos hasta aquí es bastante cómodo, pero las calles de Torres del Río presentan pendientes muy, muy acusadas. Altitud 459 metros, clima mediterráneo continental, con precipitaciones y temperaturas moderadas.

Camino de Santiago. Torres del Río. Templo del Santo Sepulcro, construido por los Caballeros Sepulcristas. Románico y octogonal, de cúpula mudéjar. Siglo XII.

Con esta orientación precisa, todo peregrino del Camino de Santiago visita una de las joyas máximas del románico mundial, construida por los Caballeros de la Sagrada Orden Militar del Santo Sepulcro de Jerusalén, que custodiaban el Camino navarro de Santiago en Torres del Río, entre Los Arcos y Viana.

Torres del Río en el Camino de Santiago.

Valeriano Ordoñez.

Revista Peregrino Nº 12.

El primer regristro documental donde aparece Torres del Río data del año 1100. El senior Jimeno Galíndez donó esta heredad al abad del Monasterio de Irache. Dos factores desencadenaron la nueva vida de Torres y su entorno: la repoblación a partir de los Fuero de Los Arcos, concedido por el rey Sancho VI el Sabio en 1175 y el Camino de Santiago que atrajo, entre otros, a los canónigos del Santo Sepulcro que levantaron la mencionada iglesia.

Entre 1800 y 1806 se construyó la carretera real Pamplona – Logroño lo que mejoró considerablemente las comunicaciones de Torres del Río con el exterior. Pero poco después la villa sufrió los avatares de la guerra de Independencia, y acabada la confrontación bélica, con los liberales asentados en el gobierno de España, fue una de las localidades navarras más perjudicadas con las desamortizaciones.