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martes, 7 de julio de 2015

EL TROMPETISTA DE URSO



Un guerrero turdetano, un centinela o un músico metido a soldado, vestido con una túnica corta, atada a la cintura a modo de faldín, hace sonar la trompa (o cuerno) mientras las tropas desfilan envalentonadas y cantando himnos de victoria rumbo fijo al campo de batalla. Tras el combate, el mismo instrumentista tocará la trompa con monotonía fúnebre, mientras loas caídos inician su peregrinar espiritual al paraíso.

En la ciudad ibérica de Urso durante la guerra civil entre Julio César y Pompeyo, se levantaron murallas, reforzándola con sillares que presentaban relieves escultóricos que habían pertenecido a diferentes construcciones de una antigua necrópolis de tradición ibera. Se piensa que el sillar expuesto formaba parte del conjunto más moderno conocido como "monumento B de Osuna".

viernes, 8 de junio de 2012

LA TRAICIÓN DE VIRIATO

. . . de pastor a bandolero,
de bandolero a general de ejércitos
y de general a mito...
La Muerte de Viriato; Madrazo.


Audax, Ditalco y Minuro, oriundos de Urso, la posteridad os reserva un lugar privilegiado junto a los mayores traidores de todos los tiempos.
     Una noche tranquila y serena, sin ninguna señal, ni del Cielo ni de la Tierra, que avisara del deleznable acto que se iba a cometer esa madrugada. Los guerreros dormían junto a las hogueras, los centinelas "ojo avisor" desde las atalayas del campamento, mientras, el general descansa, sueña con el día de la victoria definitiva sobre Roma, tumbado plácidamente, sin intuir el peligro que acecha...
      . . . sigilosamente, los tres innobles personajes pasan al interior de la modesta tienda donde duerme Viriato, y en una acción cobarde, perpetrada por quien se siente inseguro, y se sabe inepto, incapaz de acometer nobles hazañas, ni mirar a los ojos a alguien honesto y valiente, con saña y regocijo para sus podridas almas dan muerte a Viriato. . . y con ello cercenan las esperanzas de libertad de un pueblo, que tenía en Viriato a su adalid, al invencible caudillo que los conduce al campo de batalla, cosechando victoria tras victoria frente al invasor romano, sacando de quicio a pretores y cónsules, al jefe humilde que cuida de su gente, al héroe irreductible, al Terror de los Romanos . . . 
. . . hasta el alba, nadie se enteró de nada, nadie sospechó la tragedia, cuando los primeros rayos del Sol anunciaban la llegada de un funesto día, los valerosos lusitanos, su guardia personal, sus amigos, descubrieron el cadáver de su caudillo . . . los traidores habían huido lejos, muy lejos, en busca de unas monedas, una recompensa por su valiente hazaña . . . y menos mal que Roma no paga a traidores. . . 

. . . una madrugada Audax, Ditalco y Minuro asesinaron al hombre,
y aquel amanecer,
nació el mito . . .  
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