En
el siglo II d.C. Luciano de Samosata escribió Historia Verdadera, en
la que narra (entre otras muchas peripecias y aventuras) un
fantástico viaje por el espacio, describiendo diferentes criaturas y
razas alienígenas, explicando además los enconados conflictos entre
civilizaciones, al más puro estilo Space Opera. Estamos ante un
lejano precedente de John Carter de Rice Burroughs o la Guerra de las
Galaxias de George Lucas. Luciano tira de ironía
y de inventiva para escribir una divertida sátira sobre las eruditas
obras de historia de su época, repletas de hechos fantásticos
considerados verídicos. Al más puro estilo cervantino.
Después
de atravesar las Columnas de Hércules, uno de los confines del mundo
conocido durante la Antigüedad Clásica, un terrible vendaval
arrastró la nave donde viajaban el protagonista y sus compañeros,
depositándola con delicadeza en la Luna.
Una
poderosa escena que nos recuerda a otros clásicos. Otro vendaval
traslado a Dorothy desde Kansas hasta el maravilloso mundo de Oz.
En
la Luna fue recibido por su rey, Endimión, que cumplió sobradamente
con su papel de anfitrión. Conversando con él, Luciano se enteró
que los habitantes de la Luna estaban en guerra con los del Sol, pues
el astro rey también estaba habitado. Por lo visto, los selenitas
habían proyectado crear una colonia en Venus, pero Faetonte, rey de
los habitantes del Sol, se lo impidió cortándole el camino con su
ejército. Y ese fue el origen del conflicto.
Los
terrícolas llegan a tiempo para participar en la batalla decisiva
entre selenitas y heliotas, con sus respectivos aliados llegados
desde Sirio, la Osa Mayor o la Vía Láctea.
Al
igual que Homero en el Catálogo de las Naves, convertido en un
Herodoto imaginativo y fantasioso, Luciano describe el orden de
batalla y las peculiares tropas que participaron en ella. Asnos
trompeteros, arañas gigantes, jinetes sobre plumaverdes, enormes
aves que en vez de plumas tienen el cuerpo cubierto de verduras y sus
alas semejan hojas de lechuga, pulgarqueros que acuden al campo de
batalla montando en pulgas del tamaño de elefantes, gorrionbellotas,
cabalgagrullas, lanzamijos, ajoguerreros....
Los
cabalgabuitres son hombres que cabalgan como una auténtica
caballería. Hacen funcione de escolta y también desempeñan un
destacado papel cuando se despliegan en orden de batalla.
Estos
cabalgabuitres nos recuerdan, por ejemplo, a Nausicaa la heroína
creada por el genio Miyazaki o Arzak del inigualable Moebius.
En
cuanto al armamento, el disparatado autor nos ofrece la siguiente
información: "Éstas eran las
fuerzas de Endimión. Todos tenían el mismo armamento: cascos de
habas — sus habas son grandes y resistentes— y corazas de
altramuces,todos cubiertos de escamas — cosiendo las cortezas de
los altramuces fabrican corazas, pues allí la corteza del altramuz
es irrompible, como el cuerno".

Las
fuerzas desplegadas por Faetonte, evocan, por su magnificencia de
detalles, a las desplegadas por Jerjes durante las Guerra Médicas:
"En cuanto al enemigo, estaban a la
izquierda los cabalgahormigas, y entre ellos Faetonte. Son animales
muy grandes, alados, semejantes a pletros. Combatían no sólo sus
jinetes, sino ellos mismos, en especial con sus antenas. Se decía
que eran unos cincuenta mil. A su derecha se alinearon los
aeromosquitos, también alrededor de cincuenta mil, todos ellos
arqueros sobre grandes mosquitos; les seguían los aerodanzarines,
infantería ligera, pero igualmente eficaz en la lucha, pues a larga
distancia disparaban a honda rábanos gigantes, y quien resultaba
alcanzado no podía resistir un momento, pues fallecía, y su herida
desprendía mal olor —se decía que untaban sus proyectiles de
veneno de malva—. A continuación de ellos se alinearon los
tallohongos, hoplitas, en número de diez mil. Fueron llamados
tallo-hongos porque usaban las setas como escudos, y tallos de
espárragos como lanzas. Junto a ellos se situaron los perrobellotas,
enviados por los habitantes de Sirio, cinco mil hombres con rostro de
perro, que combaten sobre bellotas aladas. Se decía que también
para Faetonte llegaban con retraso, de entre sus aliados, los
honderos de la Vía Láctea y los nublocentauros; estos últimos
llegaron cuando la batalla estaba ya decidida , pero los honderos ni
siquiera hicieron acto de presencia, por lo que dicen que más tarde
Faetonte, encolerizado, arrasó a fuego su territorio".

Los
selenitas y sus aliados, los heliotas y los suyos, son un trasunto de
la Ligas de Delos y del Peloponeso. A diferencia de Atenas y Esparta,
el rey del Sol y el rey de la Luna firmaron una ventajosa paz para
ambos. Así volvía la tranquilidad al universo cercano.
Luciano
aprovechó su estancia en la Luna para observar algunas rarezas que
nos transmite en su obra. "En
primer lugar, no nacen de mujeres, sino de hombres: se casan con
hombres, y ni siquiera conocen la palabra «mujer. Hasta los
veinticinco años actúan como esposas y, a partir de esa edad, como
maridos. Y no quedan embarazados en el vientre, sino en la
pantorrilla".
"Cuando
envejecen no mueren, sino que se disuelven como el humo y se
transforman en aire. El alimento es el mismo para todos: encienden
fuego y sobre las ascuas asan ranas que vuelan en abundancia por el
aire de aquel país, una vez asadas, se sientan en círculo como en
torno a una mesa, aspiran el humo que asciende y se dan el festín.
Así es su comida. En cuanto a su bebida, exprimen el aire en una
copa y brota un líquido semejante al rocío".
Llegado
el momento, Luciano y sus compañeros se despidieron del rey y
continuaron sus aventuras. Pero esa es otra historia.