El poderoso linaje de los Andrade, una de los linajes más poderosos e influyentes de la aristocracia gallega bajomedieval. En la jornada de hoy transitamos por sus dominios, y unimos caminando (apenas 20 kilómetros) dos de las ciudades más bonitas y embaucadoras de toda Galicia, Pontedeume y Betanzos.
Una etapa corta, apenas 20 kilómetros, pero dura, con continuos repechos. El primero de ellos nada más salir de Pontedeume. Rompepiernas.
Pontedeume amanece cubierto con la bruma del Océano, la ciudad tiene ciertos aires novelescos.
Pontedeume – Miño. Tramo exigente, con una prolongada subida, atravesando la montaña gallega, rodeado de eucaliptos, casas de campos y algunos prados. Bosque artificial y humanizado, pero bosque al fin y al cabo. Día nublado y fresco. Es gloria bendita caminar con un día así.
A Ponte Baxoi (sobre el río del mismo nombre), puente medieval de un solo arco, siglo XIV. Punto de paso para los peregrinos que seguían (y siguen) el Camino de los Ingleses.
Tierras inundadas junto al río Baxoi. ¿Marismas?. ¿Turberas?.
Los cielos españoles disfrutan de la presencia habitual de rapaces diurnas. En este caso un milano.
El paso intermedio por Miño supone un agradable respiro para el peregrino, especialmente el tramo que discurre junto al río.
¿Santuario?. Más allá del Ponte do Porco, cerca de la orilla de la playa, una especie de templo con zócalo de mampostería, y alzado y cubierta de árboles y arbustos. Alguien pretendió construir un edificio, una especie de santuario natural, usando para ello, vegetación viva. En su interior una especie de ofrenda a la tierra en forma de verdura.
Cruceiro da Ponte do Porco. El jabalí de los Andrade recuerda lejanamente (a lo mejor únicamente en mi mente) a los verracos tallados por los antiguos vettones. Este cruceiro, dedicado a Fernán Pérez Andrade “O Bo” tiene una curiosa historia. En el año 1969 la Real Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora del Rosario de A Coruña decidió instalar este monumento dedicado al caballero Fernán Pérez Andrade, protector de las artes y las letras, y decidieron inaugurarlo coincidiendo con la visita de Cayetana de Alba, duquesa de Alba y condesa de Andrade. Pero llegado el momento la duquesa canceló su visita a Galicia, el acto quedó cancelado, y la escultura cayó en el olvido.
En el año 1978 un matrimonio vecino, Emilio y Charo, jugaron a ser Indiana Jones, y se lanzaron a la búsqueda del olvidado monumento. El matrimonio localizó al escultor autor de la obra y se pusieron en contacto con la Real Academia de Bellas Artes. En el año 1981 el cruceiro y el jabalí fueron colocados en el lugar donde en la actualidad sigue saludando a peregrinos y paseantes. El cruceiro atravesando el cuerpo del jabalí se ha interpretado como el triunfo definitivo del bien sobre el mal, de la cruz, el espíritu sobre la carne.
De Fernán Pérez Andrade “O Bo” se decía que “edificara siete iglesias; siete monasterios; siete hospitales y siete puentes en siete ríos caudalosos”. Su sombra es alargada en estas tierras coruñesas.
El puente medieval del siglo XIV sobre el Lambre pudo ser uno de esos que construyó Andrade “O Bo”. En este punto el río sirve de linde entre los municipios de Miño y Paderne.
El puente y el jabalí aparecen representados en el escudo del municipio. Ambos se pueden relacionar fácilmente con la leyenda de Roxin Roxal.
Iglesia Parroquial de San Pantaleon das Viñas en Paderne. Una bonita portada románica. Románico rural gallego. Del edificio original del siglo XII se conservan la totalidad de los muros laterales y la fachada occidental.
La parroquia de San Martín de Tiobre, románica del siglo XII, es una maravillosa conjunción de símbolos, enclavada en un lugar conocido como Betanzos-O-Vello, aldea situada en la parroquia de Tiobre (municipio de Betanzos). En esta colina fue la sede de Betanzos hasta 1219, que se trasladó a su ubicación actual.
Los orígenes del templo se pierden en las brumas de la leyenda. A finales del siglo XIX un historiador local la dató en la época de la predicación del apóstol Santiago por estas tierras. Para Antonio Neira de Mosquera la iglesia tiene un indudable origen suevo. La prueba es el “dragón” que se encontraba en su campanario (desaparecido durante una remodelación realizada en 1858). Para las primeras menciones documentadas tenemos que llegar hasta el siglo IX (reinado de Alfonso III) y vuelva a aparecer bajo el arzobispado de Diego Gelmírez.
Varias esculturas, que podemos intuir zoomorfas, se reparten por cornisas y cubiertas.
Los lugareños mantienen la tradición de que la figura de la imagen es un dragón, como aquel que en su día, vigilaba el firmamento desde el campanario. Vista en conjunto, la iglesia de San Martín de Tiobre, recuerda, y mucho, a la excelsa San Francisco de Betanzos.
El cementerio se inserta en el interior del atrio, de manera que vivos y muertos comparten el espacio sagrado. Una tradición gallega que tiene aires atlánticos. Esa disposición de los camposantos también la hemos visto en Normandía.
El Camposanto y la iglesia santuario de Nosa Señora do Camiño (o de Os Remedios) nos dan la bienvenida a Betanzos. Desde aquí una vertiginosa bajada nos conduce al bello casco histórico.
La monumental iglesia de San Francisco espera impaciente nuestra visita.
El jabalí de los Andrade nos acompañará todo el día, desde Pontedeume hasta Betanzos, desde el río Eume hasta el río Mendo. Hoy dejamos atrás el mar y comenzamos a enfilar la llegada a la tumba del Apóstol.
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