domingo, 26 de septiembre de 2021

LA CULTURA DEL BARRO Y EL BURGO RANERO.

 


Adobe, material pobre pero muy versátil. Barro, agua y aire, tres elementos que utilizaron los ancestrales habitantes de estas tierras para forjar sus propias señas de identidad. La tierra ha sido material de construcción (en especial entre los grupos sociales más humildes) desde los inicios mismos de la arquitectura (en las cálidas y áridas Mesopotamia y Egipto) hasta mediados del siglo XX (una centuria que se aleja de nosotros a pasos agigantados), es el elemento protagonista y definitorio para muchas construcciones de El Burgo Ranero, y otros pueblos de la comarca. Uno de esos edificios es el albergue de la localidad, un valioso ejemplo de técnica arquitectónica tradicional, puesto al servicio de los peregrinos jacobeos. A simple vista la tierra cruda puede parecer menos resistente que otros materiales como la madera o la piedra, pero su preparación mezclándola con agua y paja, le otorga una consistencia demostrada a lo largo del tiempo.


El barro sin cocer, en forma de tapial o adobe, es el protagonista de la casa de barro. Para conseguir un buen tapial hay que preparar adecuadamente las tierras, así, en otoño estas se amontonan en hileras pequeñas para que toda la masa se alcanzada por las lluvias, hielos y nieves, luego en los días transparentes, el sol deslie los hielos mientras que las tierras se van esponjando por el continuo remover de los aldeanos, los cuales no usarán este material para levantar sus casas hasta que no pase un año bajo el cielo limpio de la meseta. El adobe es una variación del tapial pero a escala más reducida y manejable – es como un ladrillo sin cocer – es decir, en unos moldes de madera (40x20x10) se vierten las tierras con aguas y se dejan secarl al sol, una vez secos, se trabajan tal y como fuesen ladrillos.


José. A Ortiz.

Arquitectura popular en el Camino de Santiago.

Revista Peregrino Nº46.


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