miércoles, 22 de septiembre de 2021

CAMINO DE SANTIAGO. TRAMO HUNTTO - RONCESVALLES.

 


Ante nosotros la etapa reina del Camino de Santiago, la montaña, la lluvia y la niebla marcarán una apasionante jornada. Al otro lado de la montaña nos aguarda la mítica Roncesvalles.


La montaña es la más maravillosa de las estampas.  


En la etapa de hoy, hermosa como pocas, miraremos la alta montaña, cara a cara. En la Tierra existen tres grandes dominios climáticos, la zona cálida, la zona templada y la zona polar (o fría). El clima de alta montaña es un clima azonal, esto quiere decir que se define por su altitud, y no por la latitud. En cualquier punto del globo, el clima de alta montaña presenta unas características similares; temperaturas suaves o frescas en verano, y frías, o muy frías en el invierno, con abundantes precipitaciones todo el año, en forma de lluvia, nieve, granizo y aguanieve. La vegetación se dispone formando pisos.  



 Para dormir profundamente y disfrutar de un sueño reparador, existen pocos lugares más apropiados que una casita en la montaña. Y al alba, son las primeras luces del día la que te van despertando poco a poco, sin sobresaltos, ni ruidos estridentes. El campo también retoma su actividad diurna, el trino de los pajarillos, el graznido del cuervo, el balido de la oveja, banda sonora de esta postal bucólica y pastoril. Estoy feliz en Arcadia.  




 Ferme Ithurburia, situada en Quatier Huntto (un barrio), en el municipio de Saint Michelle, en una de las orillas del Camino de Santiago y en plena Ruta de Napoleón. Un lugar idílico, un auténtico paraíso enclavado entre montañas. Se encuentra a 500 metros de altitud y a 4.5 kilómetros , montaña arriba, de Saint Jean pied de Port. Desayuno con el maravilloso (e inigualable) croissant francés, muy cerca de España, pero Francia al fin y al cabo. Y eso es algo que se nota. A este tipo de establecimiento, a medio camino entre hostal y casa rural, lo llaman en Francia, Gites d'Etape. Muy recomendable.


El núcleo principal de Saint Michelle, del que sobresale su iglesia, lo contemplamos desde la altura, que nos proporcionaba nuestra habitación.  




Amanece en el Pirineo y la Madre Naturaleza nos hizo un bonito regalo, la visión de un corzo, conocido como el duende del bosque, por sus costumbres huidizas. El corzo (Capreolus capreolus) es el más tímido y esquivo de los cérvidos, además de ser el de menor tamaño. Se mueve como un fantasma entre la vegetación y si se ve sorprendido huye inmediatamente. En ocasiones delate su presencia con un peculiar y extraño ladrido.





Los rebaños que esparcen por los pastos a su libre albedrío.  


Una lavandera blanca (Motacilla alba) nos alegra la mañana.


Abandonamos la placidez de la borda para internarnos en la montaña.  Naturaleza humanizada, adaptada a las necesidades de las sociedades pretéritas y actuales. Las casas dedicadas a la producción agropecuaria en sus orígenes, en la actualidad se dedican a recibir turistas, viajeros, caminantes y peregrinos, ofreciendo cama, unas vistas maravillosas y las riquezas grastronómicas del país. Caminar para ver, caminar para aprender.











Los tramos son preciosos y duros. Ahora abandonamos el asfalto para pisar tierra dura y roca dura.


La destrucción del rayo que cayó la noche anterior. 


El manzano nos regala su maravilloso fruto.



Suenan las campanillas, la música de la naturaleza. 














Los bosques van sustituyendo poco a poco al pasto. Este es el paraíso de la vaca.  La niebla lo envuelve todo, penetra en nosotros y nos llena de montaña. Junto al mar la gran promesa de aventura. Habría que sumar también el inmenso desierto. 





Caminar y pajarear. Escribano montesino (Emberiza cia) y Tarabilla europea (Saxicola rubicola).






Orisson es el lugar ideal para parar en medio de la montaña. Este es el último lugar habitado hasta la mítica Roncesvalles. 


A Dios rogando, y con la mirada (y la intención) pecando. 


En la montaña la marcha se ralentiza. 







El ganado vacuno encuentra aquí su alimentación ideal. 




El pequeño escribano de vivos colores intenta pasar desapercibido.






El ganado caprino no se inmuta ante la densidad de la niebla montuna. 


La Virgen de Biakorri se ocultó a nuestra vista. 


El rey de la montaña. 









Una furgoneta emerge de la niebla para avituallar y agasajar al peregrino con productos caseros, como un excelente queso artesanal. 








La Cruz de Thibault se constituye en un hito imprescindible de los que jalonan el tramo. 





















Una senda empedrada de fuerte pendiente nos acerca a un bosque, a la fuente de Roldán y al col de Bentartea, a unos 1300 metros de altitud. Unos cuantos pasos más y ya estamos en Navarra (y por extensión en España).











Desde Bentartea seguimos caminando junto al bosque, descendemos hasta alcanzar el refugio de montaña de Izandorre. En una hora (poco más o menos) debemos alcanzar el Alto de Lepouder. Estos senderos que atraviesan el bosque de Bentartea son una maravilla que nos conecta con las sociedades humanas del pasado que vinculaban su existencia con los árboles. 


El musgo que se adhiere al tronco de un árbol aparece siempre orientado hacia el Norte. 






El refugio de Izandorre, el refugio, es un buen lugar para descansar, antes de encarar la última gran subida de la jornada.




Niebla densa, muy densa, lluvia intermitente, todo el día el cielo oscuro, gris. Las grandes rapaces no pudieron levantar el vuelo. En los riscos y en los cielos son habituales los buitres leonados. La montaña siempre cumple su voluntad, las personas debemos respetarla y adaptarnos a ella.  






Desde Saint Jean pied de Port hasta Lepouder se ascienden 1200 metros en unos 20 kilómetros. Una auténtica proeza vital, un pequeño triunfo personal. De esos caminos que habría que hacer, al menos, una vez en la vida. 







Desde Lepouder caminamos hacia el último alto del día, Ibañeta, homenaje al caballero Roldán, y a sus míticas campanas que servían de guía para los peregrinos en días, como el de hoy, de niebla espesa. 






Llegada a Roncesvalles, cerveza y pintxo para empezar a respirar. Y porque nos lo merecemos. Enclave legendario, historia, arquitectura y naturaleza, indómita según los tramos. 


Roncesvalles abruma por su belleza, y también por las leyendas e historias que se concentran en un núcleo relativamente reducido. Para el peregrino que llega fatigado después de atravesar los Pirineos es un oasis, un merecido premio para el esfuerzo. Los días de frío, lluvia y nieve se convierte, a ojos del caminante, en las Puertas del Paraíso. El peregrino aterido de frío, con los pies mojados, la espalda contracturada, el estómago vacío, las fuerzas justas, es capaz de ver al mismísimo San Pedro esperándole con las llaves en la mano. Es un enclave relacionado, desde su origen, con la gesta y con la muerte. Aquí murió el caballero Roldán y fueron enterrados los Pares de Francia que le acompañaban y que cayeron en batalla. En el claustro de la colegiata se encuentra la tumba de un rey gigante, Sancho VII de Navarra, el Fuerte. Uno de los héroes de la batalla de las Navas de Tolosa, en la que una coalición cristiana unió fuerzas para derrotar a las tropas almohades. En la propia colegiata fue inhumana una reina de sangre húngara, Violante de Aragón, esposa de Alfonso X el Sabio. La devota reina peregrinó a Roma y a la vuelta murió aquí, en Roncesvalles. Su cuerpo fue sepultado en el interior de la colegiata, pero se desconoce el lugar exacto. Un mujer, injustamente ignorada por la historiografía tradicional, más interesada en ensalzar la obra de su esposo.  




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