martes, 16 de octubre de 2018

PRINCIPADO DE ZETA.





La República de Montenegro, uno de los países más jóvenes de Europa, enclavado entre las montañas y el bellísimo mar Adriático, hunde sus raíces históricas en un pequeño estado medieval: el Prinpado de Zeta. 

El nombre montenegrino Crna Gora, documentado por primera vez en 1296 en una carta de un monasterio, se traduce literalmente al español como “montaña negra” debido al color oscuro de las masas boscosas que tapizan las cumbres de los Alpes Dináricos, vistos desde el mar Adriático. 

Tras la desaparición del poder romano, la región estuvo habitada por ilirios, ávaros, bizantinos y tribus eslavas de diferente procedencia, formando una auténtica mezcla étnicocultural. Las tribus eslavas en el siglo X formaron un principado independiente, Doclea – Duklja – cuyas ruinas se localizan cerca de Podgorica. La independencia de este principado la reconoció el papa Gregorio VII en 1077. Sin embargo todo este territorio fue anexionado en 1186 por Stefan Nemanja, gran príncipe de Serbia. 

La zona litoral, muy diferente al interior montañoso, y más abierta al comercio y a las corrientes culturales externas, cayó bajo el control (más o menos directo) de la República de Venecia, que conformó en esta región una especie de provincia que agrupaba a varias ciudades y puertos comerciales: la Albania Veneciana. 

El principado se formó por influencia serbia y la conversión de la población a la iglesia ortodoxa. Zeta vivía en una situación de semi autonomía con respecto a los serbios, aunque hubo de esperar hasta la muerte del zar Esteban Dusan (Esteba Uros IV Dusan) para conquistar su independencia absoluta. 


Sería la dinastía local de los Balsha los que afirmaron la total autonomía del principado de Zeta a partir del año 1356, con Balsha I como fundador. Además de afirmar su independencia frente a Serbia los dinastas balsha tuvieron que enfrentarse al creciente poder otomano en la zona. La familia Balsha fue desplazada del poder por la familia Crnojevic, que se vieron involucrados en las guerras entre albaneses y otomanos.

Durante varios siglos, Montenegro, como Principado de Zeta, fue gobernado por sucesivas dinastías, y su territorio sometido a potencias extranjeras o poderes locales, incluído el obispado, obteniendo su independencia en el Congreso de Berlín de 1878, convirtiéndose, además, en reino.

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