Como un dios surgido de
las entrañas del planeta, surge la Peña de Francia, colosal,
inmensa, grandiosa. A sus pies buscan protección y cobijo
centenarios castaños que sienten sus troncos colonizados por el
musgo. En su cumbre, inaccesible durante las nevadas invernales, se
localiza el santuario de una de las más populares “vírgenes
negras” de la Península Ibérica, Nuestra Señora de la Peña de
Francia. La estatuilla que es venerada en el templo fue encontrada
bajo las rocas en el año 1434 por un peregrino francés llamado
Simón Roland.
La pared inmaculada
Hace 2 horas
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