domingo, 13 de julio de 2014

LOS LEONES DE CÁSTULO



Cástulo fue un importante poblado y centro minero de los oretanos en el Alto Guadalquivir, a cinco kilómetros, de la también ciudad minera de Linares. Tras la conquista romana de la zona, se convirtió en una próspera ciudad. Y tanto en época iberica, como en el período romano, la figura del león tuvo una importancia capital en la ciudad.

En el Museo Arqueológico de Linares, donde se recogen los principales hallazagos encontrados en Cástulo, podemos contemplar algunas de estas piezas. Relieves, capiteles, columnas y leones, expuestos en el Museo, formaron parte un día, de edificaciones iberas y romanas. Y nos reiteramos, por su abundancia y hermosura, destacan los leones.

Los artesanos romanos continuaron utilizando la piedra arenisca, el mismo material que utilizaron los iberos, como soporte para sus esculturas. Incluso la técnica para tallarlas eran muy similares.



Estas dos cabeza de león y el cuerpo de felino, al que falta precisamente la cabeza, eran esculturas funerarias, con una datación aproximada entre el s. II a.C. y el s. I d.C.




Detalles de las cabezas.




El pequeño león procedente de Los Patos (Cástulo) es una de los ejemplares más hermosos. Pequeño y muy detallado, espara agazapado a su presa. Dientes y garras afiladas, melena estriada, patas y cola perfectamente delimitada. Todo el conjunto esculpido con gusto y esmero en piedra arenisca. Este ejemplar debía formar parte de una tumba; la piedra duradera e incorruptible, frente a la fragilidad de la vida terrana humana. Completamente diferente, en todos los aspectos, de los toscos verracos vettones, que tanta pasión han despertado en mí.



Pero lo mas espectacular es el león descubierto en Cástulo el pasado año 2013. Una pieza única. El felino apareció adosado en un muralla, y de esta guisa se expone en el Museo de Linares. Los detalles son sencillamente, magníficos.



Adosado a la muralla de la ciudad ibero romana, un león protector, agarra con sus zarpas e hinca los dientes en el cuerpo moribundo (o muerto) de un enemigo, que presenta pelo rizado, labios prominentes y grandes orejas, rasgos inequívocamente negroides.



Esta escultura se ha datado hacia el siglo II o I a.C., esto es, a finales de la época propiamente ibera, y el comienzo de la dominación romana. El león estaba ubicado en el flanco izquierdo de una puerta monumental, recordando las colosales entradas de los palacios neoasirios custodiadas por los fantásticos toros androcéfalos o lamassus. A diferencia de los leones funerarios, este ejemplas tendría una función protectora, y por supuesto, ornamental.

El felino rey es símbolo de la fuerza, y la virtud inquebrantable de la aristocracia, y en palabras de Vicente Barba, director de las excavaciones "la justificación natural de una inmutable sociedad de clases".



Por otro lado, la figura presenta rasgos helenísticos muy arcaicos, teniendo en cuenta, además, que se trata de animales extraños a los iberos, pues no existían leones en nuestra península. De esta manera, el león, en el imaginario popular, aparece como un ser extraño (incluso mágico) capaz de dominar las fuerzas de la Naturaleza, incluyendo al propio hombre.


Situado frente al león, pensando en los misterios de la arqueología y las culturas pretéritas, no puedo dejar de preguntarme ¿hacia que mundo miran los ojos huecos del león?.



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