“Oculto entre montañas habita
las dos laderas de los Pirineos Occidentales un pueblo que ha
conservado por una larga serie de siglos su primitiva lengua y, en
gran parte también, su antiguo régimen y costumbres, y que, según
la feliz expresión de un moderno escritor, se ha sustraído, tanto a
la mirada del observador, como a la espada del conquistador, el
pueblo de los vascos o biscaynos. Así como las cumbres de las
montañas, rodeadas de laderas cubiertas de bosques, de las
revoluciones del cuerpo terráqueo, así también este pequeño
pueblo se ha salvado de las violentas tempestades, que desde la caída
del Imperio Romano afligieron al suroeste de Francia y a España. Aún
en tiempos más modernos, desgarrado en dos pedazos muy desiguales y
subordinados a naciones poderosas, no han renunciado los vascos,
empero, de ningún modo a su propia manera de ser. Sin mezclarse con
ninguno de sus vecinos, han permanecido en un estado de sencillez de
costumbres primitivas despecho de todos los progresos del lujo y del
refinamiento que les rodean y han conservado siempre la peculiaridad
de sus carácter nacional, y ante todo el antiguo espíritu de
libertad e independencia, que ya ensalzaron los escritores griegos y
romanos”.
Wilhem von Humboldt, 1799.
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