Corren malos tiempos para la épica, la lírica del trovador usurpó el protagonismo al caballero. Lo que antes conquistaba la espada ahora lo seduce la lira, el arte de la rima sustituyó al arte de la guerra. Antes el caballero vagaba solo por yermos parajes en busca de aventuras enfrentando toda clase de peligros, ahora el juglar gana fama y prestigio en lujosos salones rodeado de delicadas damas.
Dos caras de la sociedad
medieval, opuestas pero complementarias. El ingenioso trovador, ajeno
al rudo oficio de la guerra, precisa de la destreza del caballero en
caso de inminente peligro. El valiente caballero, forjado en el campo
de batalla, necesita que la pluma del poeta, narre sus hazañas.
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