Cantan las sagas nórdicas que las
más increíbles proezas que el mundo ha conocido, fueron realizadas
por grupos de doce hombres. Más valientes que los argonautas, los
valerosos vikingos protagonizaron inolvidables hazañas y vivieron
aventuras que permanecerían vivas durante siglos en la memoria
colectiva de su pueblo.
Todos buenos guerreros, hábiles
en el manejo del hacha, robusto como el roble y adaptable como el
agua. En el grupo de doce habría alguno encargado de distribuir las
sustancias que los transforma en terribles lobos, u osos, sedientos
de sangre, los famosos bersekers.
El jefe debía tener la
inteligencia y habilidades necesarias para manejar el grupo y
llevarlo a la victoria. Y en las noches, bien en alta mar, bien
resguardados en la costa, el fuego de la hoguera inflama el hidromiel
que fluye por las venas, y los despiadados guerreros se convierten en
locuaces poetas.
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