La condesa Mumadona Dias, una
vez viuda, construyó un monasterio y un castillo, fundando, de esta
manera, la ciudad de Guimaraes.
El castillo de Guimaraes que
fue construido para proteger el monasterio que se encontraba a los
pies de la colina.
Plaza de Santiago, lugar para reponer fuerzas y calentar el alma
con un vaso de vino. Cuenta la leyenda, que el propio Apóstol
Santiago depositó una imagen de la Virgen en un santuario pagano que
se ubicaba en este lugar.
La ciudad siempre aparece
asociada a la figura de Alfonso Enriquez y por tanto a la fundación
misma del Reino de Portugal.
En definitiva, Guimaraes es la
cuna de la nación portuguesa. Todos los nacionalismos europeos que
vieron la luz en el siglo XIX, hundieron sus raíces en la Edad
Media.
Los edificios religiosos han
terminado convirtiéndose en símbolos distintivos de las ciudades
que los cobijan.
Guimaraes es un paseo silente,
no hay ruidos en sus calles, únicamente paz y tranquilidad, ideal
para perderse del mundo, escapar del día a día, de lo cotidiano,
vivir unas vacaciones auténticas, dejando en casa horarios y
responsabilidades (muchas de ellas autoimpuestas), y abandonamos a
ese personaje que hemos creado, y volvemos a ser - al menos durante
unos días - nosotros mismos, redescubrimos nuestra auténtica
esencia. . . y entonces, vivimos la vida con plenitud.
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