Los
aires cálidos del mar gaditano insuflaron vida a las más famosas y
lascivas bailarinas de la Europa Antigua, “Puellae gaditanae”,
capaces de rivalizar con las exóticas y promiscuas danzarinas
asirias. Erotizaron, entre otros, a Marcial y a Juvenal, alegraron la
vida (y la vista) a los orondos y corruptos senadores y levantaron
(entre otras cosas) los celos y envidias de las honestas señoras
romanas. Miradas y sonrisas embaucadoras, expertas en mover las
caderas lascivamente y adoptar posturas imposibles, al son de las
castañuelas, y danzar según los frenéticos ritmos de Gades. Mas
nunca intentes atraparlas, se acercan, bailan para ti, te seducen, un
guiño, media vuelta y te dejan con el corazón palpitando y la miel
en los labios.
Pequeños cuentos centroeuropeos
Hace 1 hora
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