Valaquia es una región
bastante extensa que arranca de Transilvania y llega hasta el Ponto
Euxino. Casi toda ella es llana y falta de agua. Su parte meridional
la marca el Istro, la septentrional la ocupan los roxolanos, llamados
hoy en día rutenos, y hacia el río Dniéster se halla la raza
nómada de los escitas que al presente llamamos tártaros. Esta
tierra la poblaron antaño los getas, aquellos que pusieron en fuga
de modo deshonroso a Darío el hijo de Histapes, capturaron vivo al
rey Lisímaco y causaron en Tracia muchas matanzas. Al final, fueron
domeñados y destruidos por los ejércitos romanos. Una colonia
romana, para que mantuviera a raya a los dacos, se instaló allí
bajo el mando de un tal Flaco, por el que vino a llamarse Flaquia.
Luego, al correr de los siglos, se corrompió como suele el vocablo y
vino a parar en “Valaquia” y en lugar de flacos sus habitantes
recibieron el nombre de valacos. La lengua de esta nación es todavía
romance, pero muy alterada y apenas inteligible para el nacido en
Italia. Hubo por estos tiempos nuestros en Valaquia dos facciones, la
de los danos y la de los drágulas. Estos últimos, como eran menos
fuertes que los danos, que los maltrataban de mil modos, llamaron en
su ayuda a los turcos y con el apoyo de sus ejércitos aplastaron a
los danos casi hasta el exterminio. Pero Juan Huniades, contando con
el poderío de los húngaros, les prestó apoyo, si bien aquello no
fue tanto redimirlos como ganar fama y riquezas ya que, en beneficio
propio y de sus herederos tomó posesión a perpetuidad de los campos
rescatados del turco. Los valacos pueblan también algunas islas del
Istro, entre las que se cuenta Peuce, famosa entre los antiguos, y
asimismo tienen asentamientos en Tracia. Parte de Valaquia está
sometida a los turcos y parte de los húngaros.
La Europa de mi tiempo.
Eneas Silvio. Siglo XV.
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