Hizir bin Yakub (en
turco), Jidr ibn Yaqub (en árabe) o Barbarroja (para el mundo
cristiano occidental) fue miembro de una familia de marinenos
originaria de la isla de Lesbos, traficante, pirata, corsario y
almirante. Sus acciones, cuyo centro de operaciones estaba situado en
Argel (donde encontraba el apoyo de piratas berberiscos)
contribuyeron de forma decisiva al dominio turco sobre el mar
Mediterráneo. Todos los imperios, pasados y presentes, están
sustentados en el poder de las armas y la sangre de los enemigos.
Barbarroja, musulmán
convencido, sirvió siempre a la Media Luna, combatiendo sin tregua a
todos sus enemigos; a Carlos V y los Habsburgo, al Papado y a la
República de Venecia. Empezó su carrera junto a su hermano mayor
Aruj, cometiendo actos de piratería y transportando a los moriscos
que huían de la península y buscaban acomodo en el Magreb.
Conquistó Argel, donde construyó un puerto fortificado, abordó
barcos españoles que venían desde América con destino Cádiz,
arrasó las costas de la Riviera francesa, e incluso penetró en las
aguas del Danubio, y gracias a sus méritos fue nombrado “beylerbey”
y almirante de la flota otomana por el sultán Solimán I. Expulsó a
los incómodos venecianos del mar Egeo y en 1538 derrotó a una flota
internacional comandada por el genovés Andrea Doria en la batalla de
Préveza. Esta victoria aseguró a la Sublime Puerta el dominio de
los mares hasta la derrota de Lepanto en 1571.
El terrible corsario y
tenaz almirante terminó sus días retirado en Estambul, en un
palacio a orillas del Bósforo, recitando sus memorias y disfrutando
de las cálidas noches mediterráneas. Su mausoleo se encuentra en
Besiktas, en el lado europeo de la antigua Constantinopla.
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