100 Actuación vergonzosa de Didio.
Existía otra ciudad
próxima a Colenda, habitada por tribus mezcladas de los celtíberos,
a quienes Marco Mario había asentado allí hacía cinco años con la
aprobación del senado, por haber combatido como aliados suyos contra
los lusitanos. Pero éstos a causa de su pobreza se dedicaron al
bandidaje. Didio, tras tomar la decisión de destruirlos, con el
beneplácito de los diez legados todavía presentes, comunicó a los
notables que quería repartirles el territorio de Colenda en razón
de su pobreza. Cuando los vio alegres, les ordenó que comunicaran al
pueblo esta decisión y acudieran con sus mujeres e hijos a la
repartición del terreno. Después que llegaron, ordenó a sus
soldados que evacuaran el campamento y, a los que iban a recibir el
nuevo asentamiento, que penetraran en su interior so pretexto de
inscribir en un registro a la totalidad de ellos, en una lista los
hombres y en otra las mujeres y los niños para conocer qué cantidad
de tierra era necesario repartirles. Cuando hubieron penetrado en el
interior de la zanja y la empalizada, Didio, rodeándoles con el
ejército, les dio muerte a todos. Y por estos hechos también
celebró su triunfo Didio. De nuevo se sublevaron los celtíberos y,
enviado Flaco contra ellos, mató a veinte mil. En la ciudad de
Belgeda, el pueblo, presto a la revuelta, prendió fuego al consejo,
que se hallaba indeciso, en el mismo lugar de su reunión. Flaco
marchó contra ellos y dio muerte a los culpables.
101 Sertorio en Iberia.
Éstos son los hechos que
encontré dignos de mención en las relaciones de los romanos con los
iberos, como pueblo, hasta este momento. En un período posterior,
cuando surgieron en Roma las disensiones entre Sila y Cínna, y el
suelo patrio se vio dividido por guerras civiles y campamentos,
Quinto Sertorio, del partido de Cinna, elegido para mandar en Iberia,
sublevó a esta última contra los romanos. Después de reunir un
gran ejército y crear un senado de sus propios amigos a imitación
del senado romano, marchó contra Roma con atrevimiento y una moral
elevada. También en lo demás era renombrado por su celo extremado,
hasta tal punto que el senado, lleno de temor, eligió contra él a
aquellos de sus generales que gozaban de la máxima fama entonces:
Cecilio Metelo con un gran ejército y Gneo Pompeyo con otro
ejército, para que repelieran de cualquier manera posible esta
guerra fuera de Italia, gravemente aquejada por la guerra civil. Pero
a Sertorio lo mató Perpenna, uno de sus partidarios, que se proclamó
a sí mismo general de la facción en su lugar, y Pompeyo dio muerte
en el combate a Perpenna, de modo que esta guerra que había causado
gran alarma a los romanos por el miedo llegó a su fin. Los
pormenores de la misma los mostrará el libro de la guerra civil
concerniente a Sila.
102 Iberia bajo César y Augusto.
Después de la muerte de
Sila, fue elegido como pretor para Iberia, Gayo César, con poder
incluso para hacer la guerra a quienes fuera necesario. Sometió por
la fuerza de las armas a todos aquellos pueblos iberos que estaban
agitados o faltaban por someter a los romanos. A algunos que se
sublevaron los sometió Octavio César, el hijo 61 de Gayo, llamado
Augusto. Y me parece a mí que desde aquel tiempo los romanos
dividieron Iberia —a la que precisamente ahora llaman Hispania—
en tres partes y comenzaron a enviar, cada año, gobernadores a cada
una de ellas, dos elegidos por el senado y el tercero por el
emperador por el tiempo que estimase oportuno.
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