La Edad Media siempre ha sido vilipendiada y adjetivada de oscura, atrasada e incluso se la ha acusado de involución cultural. Mas todo esto son tópicos historigráficos que afortunadamente se van superando, y comenzamos a descubrir la mucha luz que iluminaba los profundos, fríos y húmedos sótanos del medievo.
Durante los primeros siglos medievales se produce una profunda fusión entre elementos cristianos y elementos paganos. Los denominados padres de la iglesia, Ambrosio, Agustín, Gregorio Magno y Jerónimo, como representantes intelectuales de la iglesia fueron recogiendo el espíritu cristiano y el espíritu de los clásicos paganos y los fueron aunando, para constituir un único Corpus dogmático.
Este pensamiento cristiano y pagano se fue transmitiendo por los diferentes reinos que habían ido instalándose en Europa Occidental, en el solar de lo que había sido el Imperio Romano a lo largo de las centurias sexta y séptima.
En cada uno de los reinos se desarrollaron determinadas actividades culturales, que van a desembocar, durante el siglo IX, en lo que se conoce como Renacimiento Carolingio. Un renacimiento cultural, pero con un claro barniz cristiano, que se desarrolla en la corte de los emperadores carolingios, Carlomagno y Ludovico Pío (Luis el Piadoso).
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