Un pueblo maragato, con un nombre que evoca, no se si cierto o no, un
pasado visigodo.
Una
vieja tradición, quien sabe si cierta o no, cuenta que un noble
visigodo, que huía de una de las intestinas luchas fratricidas tan
habituales entre su gente, de nombre Rechivaldo, llegó hasta estas
inhóspitas y despobladas tierras. Trabajó duramente para salir
adelante y cuando Don Pelayo comienza a agrupar brazos para enfrentar
al Islam, no duda en contar con él. Y fue tanta la bravura con la
que defendió esta tierra, que acabaría por llevar su nombre.
Aunque
no podemos establecer con total fiabilidad su fecha de fundación, es
seguro que en el siglo XIV aparece en la documentación como
perteneciente al “quarto de arriba” de Astorga. Podemos suponer
que este núcleo de población se fue construyendo a lo largo de la
Baja Edad Media con la repoblación del norte.
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