martes, 21 de enero de 2020

EGIPTO EL DON DEL NILO.



El historiador y viajero griego Herodoto de Halicarnaso visitó Egipto y escribió que Egipto es un don del Nilo. Sin la existencia de este río no hubiese sido posible el desarrollo de la Civilización Egipcia, el egipcio dependía totalmente de las aguas de este río para su supervivencia. Sin la riqueza y prosperidad que aporta el río, el país sería únicamente Desheret, la tierra roja, un miserable e insufrible desierto. 


El Nilo es el río más largo del mundo (aunque estudios recientes afirman que el record corresponde al Amazonas) , nace en el lago Victoria y tras recorrer más de 5.000 kilómetros desemboca en el mar Mediterráneo formando un impresionante Delta. El caudal del Nilo pasa de 200 m3/s hasta los 3.000 m3/s durante la crecida. Se trata de una zona de gran aridez, capaz de alcanzar temperaturas extremas de hasta 50º C, y es que el 95% del territorio es desierto. 

Se ignora de dónde proviene el nombre griego, pues para el pueblo que vivía en sus orillas era simplemente el Río. 
Isaac Asimov. 
Los egipcios. 


Las aguas del Nilo son imprescindibles para la vida en el desierto. Cada verano el río se desbordaba e inundaba las tierras. Cuando el agua se retiraba, sus riberas quedaban húmedas y cubiertas de una fértil capa de limo, entonces era el momento de cultivarlas. Estas tierras reciben el nombre de “tierras negras”. En contraposición, las tierras del desierto, en las que es imposible la agricultura, se llaman “tierras rojas”. 

Con absoluta regularidad, un año tras otro se produce el maravilloso fenomeno de la inundación, provocado esencialmente por la crecida del Nilo Azul, cuyo caudal en el transcurso del verano pasa de unos 200 a unos 10.000 m3 por segundo. La crecida alcanza la 1.ª catarata en junio y el Delta en julio, llegando a sus cotas maximas en septiembre. En noviembre, el agua se retira totalmente, dejando los campos cubiertos por el fertil limo y a punto de sembrar. 
Josep Padró. 
Historia del Egipto faraónico. 


El griego Heródoto escribió: el Nilo baja crecido durante cien días a partir del solsticio de verano y, una vez alcanzado ese número de días, vuelve a su cauce y baja el nivel de su corriente, de manera que durante todo el invierno continúa bajo hasta un nuevo solsticio de verano. La causa de la crecida se debe sobre todo al aumento del caudal del Nilo Azul, debido a las copiosas lluvias tropicales en la región de los grandes lagos y de la fusión de las nieves de la alta meseta de Abisinia. La crecida anual alcanzaba la Primera Catarata en junio y el Delta, en julio. Anegaba las tierras próximas hasta el mes de septiembre, cuando comenzaban a retirarse las aguas. Entrado el otoño, en noviembre, las tierras fertilizadas por el limo estaban preparadas para la siembra, y en marzo ya se podían cosechar. Y de nuevo el ciclo eterno vuelve a comenzar. 

El área de asentamiento y labranza se concentraba en las inmediaciones del Nilo y de su delta. El Nilo, conocido por los antiguos egipcios como Iteru, es sin lugar a dudas el ente vertebrador de la cultura del antiguo Egipto, no solo por ser una fructífera fuente de alimentación, sino también porque fue la vía de transporte principal para mercancías y personas. Además, este río es el más largo de todo el continente africano, 6853 km, nace en África Central, en la región de los Grandes Lagos, y atraviesa actualmente nueve países: Burundi, Ruanda, Tanzania, Uganda, Kenia, República Democrática del Congo, Sudán del Sur, Sudán del Norte y Egipto para desembocar en el mar Mediterráneo. El Nilo dividía Egipto en dos partes: iabet u oriente e imenet u occidente, constituyendo así la ubicación de la ciudad de los vivos y de la de los muertos en relación con la salida y el ocaso del sol, es decir, su nacimiento y su muerte. 
Clara Ramos Bullón. 
Vida Cotidiana del Antiguo Egipto. 


Al igual que Herodóto, otro historiador de origen griego, Diodoro Sículo, también visitó Egipto y también escribió maravillas sobre el país, el Nilo y la excelsa fecundidad de sus aguas: Así pues, afirman los egipcios que desde el comienzo de los tiempos los primeros hombres nacieron en Egipto por el clima favorables del país y la naturaleza del Nilo. Pues este río es muy fructífero y proporciona fácilmente alimentos naturales y criaba a los seres vivos; la raíz de la caña, el loto, y además el haba egipcia y el llamado corseo y muchas otras tales proporcionaban a la raza de los hombres una alimentación suficiente. 


En ocasiones la inundación podía resultar catastrófica. Esto ocurría cuando el río se desbordaba más allá de los esperado. El aldeano egipcio debía estar preparado para hacer frente a la contrariedad. 

La crecida del Nilo no siempre fue benefactora. En ocasiones la avenida alcanzaba tal magnitud que sus efectos eran devastadores. El Valle quedaba sumergido bajo la violenta onda líquida que iba demoliendo con ímpetu cuanto se oponía a su paso, socavando el suelo, desplazando los límites de las propiedades y arrastrando en su reflujo el limo depositado durante el flujo. Los primeros habitantes conocieron el genio de Hapi, y debieron aprender a defenderse de su violencia. Construyeron los poblados sobre montículos elevados, defendiendo sus campos con diques. Contralaron el volumen de la crecida, ya que si bien la fecha de la inundación era constante, su caudal fue siempre variable, constituyendo la previsión de la crecida una seria preocupación que trataron de superar con ingenio. 
Vicente Ruvira. 
El Nilo. 
Historia y Vida. Extra 66. El misterioso Egipto. 


Por ello fue pronto necesario controlar las excesivas crecidas del Nilo para evitar sus desastrosos efectos sobre poblaciones y cultivos próximos. A tal fin los egipcios pusieron en práctica diversos métodos. 

El más espectacular, aunque quizá no el más decisivo, fue el sistema de canalización e irrigación, cuyo uso y desarrollo constituyó la base organizativa de las llamadas sociedades hidráculicas. Con el conocimiento del calendario solar pudieron asimismo predecir las crecidas y, en consecuencia, el momento en que se producirían las inundaciones. Pero éstas aquí no eran temidas, sino esperadas con ansiedad como signo benefactor de los dioses. El dios-Sol (en egipcio Re) y el don-Nilo fueron generalmente asociados. La canalización y drenaje de las aguas evitó además la excesiva salinización del terreno, que sin ser originariamente fértil producía buenas cosechas gracias a los sedimentos aluviales que contribuían a fortalecer el suelo en exceso arenoso. De esta forma, parte de la tierra roja (Desret), seca y estéril del desierto se convirtió en tierra negra (Kesmed) regada y fértil. No obstante, gran parte del terreno cultivable del país se concentraba en el Norte, en la región del Delta, mientras que paradójicamente el oasis del Valle – no más de 25 kilómetros en su sector más amplio – constituía tan sólo un tercio del suelo productivo, aunque un capítulo importante de la política faraónica sería ganar tierras al desierto convirtiéndolas en campos cultivados, incrementando de esta forma los recursos productivos. El control sobre el agua de lluvia y fluvial se asoció aquí a poderes mágico-religiosos que propiciaron la aparición del Estado cuando sus depositarios lograron la fuerza necesaria para imponerse sobre otros miembros rivales de la primitiva comunidad. 
Gonzalo Bravo. 
Historia del Mundo Antiguo. 
Una introducción crítica. 


Además de las bondades del río Nilo era necesaria la acción humana para sentar las bases de un estado próspero. El egipcio abrió canales, levantó diques, midió la crecida del río e hizo todo lo necesario para convertir las tierras desérticas en fértiles campos de cultivo. Y dirigiendo toda esta magna empresa encontramos al faraón, auténtico dios viviente para su pueblo. 

Según la célebre frase de Herodoto, Egipto es un regalo del Nilo. Sin embargo, no hubiera adquirido ningún valor sin la prodigiosa actividad de los egipcios, confrontados a un fenómeno sorprendente. El Nilo, con sus 6.500 Km. de largo, nace en el ecuador, atraviesa Sudán, Nubia, franquea seis cataratas antes de llegar a Egipto. En junio, el río empieza a subir poco a poco; en julio sus aguas se hacen cenagosas, tornándose de color ocre. Se trata de materias en suspensión que proceden de Etiopía; ese lodo abisinio es el elemento fertilizante que da al limo del Nilo su calidad excepcional. La crecida empieza en mayo-junio en los trópicos y no llega a Egipto hasta el verano, cuando el sol es muy fuerte. En julio, el río se desborda, cubre Egipto y deposita su limo fértil. Al retirarse, en octubre, resulta fácil sembrar. Los campesinos pudieron constatar rápidamente que era posible obtener hasta tres cosechas anuales, siempre que se estableciera un sistema de riego. En ese momento interviene el faraón; un proyecto de este tipo exige una participación activa del Estado. Regar, cavar canales y mantenerlos son cosas que él debe organizar para que sean eficaces. Las escenas grabadas en la cabeza de clava de Hieracómpolis prueban que el rey Escorpión, que solamente reinaba en el Alto Egipto, ya había percibido claramente la importancia que significaba domesticar y explotar la crecida del Nilo. Los canales son una verdadera red sanguínea que permite a la vida circular por el gran cuerpo que forma la tierra de Egipto. Sin lugar a dudas, cuando se produjeron los cambios climáticos que provocaron una retirada de las aguas y ofrecieron al hombre nuevas tierras cultivables, se inventaron procedimientos rudimentarios de riego. En Nubia se han encontrado huellas de esas primeras técnicas, que consistían en formar estanques que retenían el agua después de la inundación. Pero el genio de los reyes egipcios fue ir más allá de esos resultados puntuales para concebir un plan de conjunto. Todos los años hay que allanar las tierras cultivables, consolidar los diques de retención, limpiar los canales. Entre dos crecidas, el trabajo resulta considerable y no se debe efectuar de manera desordenada. Tampoco los diques se construyen de cualquier modo y en cualquier sitio. Todo esto supone la existencia de una especie de servicio de maestros de obras con la firme intención de aprovechar al máximo la energía fertilizante que proporciona la crecida. Solamente un poder fuerte y centralizado, encarnado por el faraón, es capaz de llevar a cabo una empresa de este tipo. 
Christian Jacq 
El Egipto de los Grandes Faraones. 




La frase harto conocida del historiador griego Herodoto “Egipto es un don del Nilo” resume muy bien la importancia del mismo para la civilización del antiguo Egipto. Pero si profundizamos en esta frase, el Nilo por sí solo no es un don, sino que fueron los campesinos convertidos en agrimensores por la naturaleza del río y las inundaciones que fertilizaban las tierras, los que permitieron su opulencia en beneficio de toda la sociedad. 
Clara Ramos Bullón. 
Breve historia de la vida cotidiana del Antiguo Egipto. 


La economía de Egipto está basada en la riqueza del Nilo. Las crecidas buenas crean cosechas, las crecidas malas crean hambrunas y descenso demográfico, y con el tiempo los egipcios se plantean controlar dichas crecidas. Para el pueblo egipcio era decisivo saber en que momento se producían las crecidas y poder controlarlas. Para conseguirlo era necesario conocer las estaciones del año y construir presas y canales. Al objeto de poder medir las crecidas del Nilo los egipcios inventaron los famosos Nilómetros. 

La llegada de la inundacion a Egipto coincidia con la salida heliaca de la estrella Sotis —Sirio—, de ahi que los antiguos habitantes del país creyesen relacionados ambos fenomenos, y a la estrella mas brillante del cielo de alguna manera responsable de la crecida nilótica. 
Josep Padró. 
Historia del Egipto faraónico. 


Uno de los paisajes típicos que se pueden contemplar en las orillas del Nilo son los extensos palmerales. Los dátiles que crecen en estas palmeras son una nutritiva fuente de alimento para los habitantes del país, tanto los que viven cerca del río, como aquellos que lo hacen en los oasis del desierto. 

Al Nilo terrestre corresponde un Nilo celeste. Cuando la crecida cubre el país, éste se sumerge de nuevo en el océano primordial de los primeros tiempos del que emergen las colinas, las primeras elevaciones de tierra en que se desarrolló la vida. Mediante el simple fenómeno de las estaciones, el pueblo egipcio revive así cada año los mitos de la creación más profundos y más esenciales. Para los egipcios, el mundo se encuentra rodeado de un gran océano circular, una de las formas del Nun, la energía que ha formado todas las cosas. Encima de la tierra hay un cielo sostenido por cuatro pilares que se orientan al sur. El espíritu del Nilo se llama Hapy; es un verdadero padre nutritivo, merced al cual los hombres son felices. Hapy, genio andrógino, nace en una caverna situada cerca de Asuán, en la región de la primera catarata. 
Christian Jacq 
El Egipto de los Grandes Faraones. 


La importancia que tenía el río fue tal, que llegaron a divinizarlo. Hapi simbolizaba al río, y también a la fecunda crecida, y a la fertilidad en toda su plenitud. Hapi era representado como un hombre dispuesto a caminar, barrigudo, y en ocasiones, hermafrodita. El color de su piel podía ser verde, evocando así la regeneración de las plantas, o azul y con las ondulaciones típicas de las aguas del río. Los antiguos egipcios no conocían con exactitud el lugar donde nacía el Nilo, así que imaginaban su nacimiento situado cerca de la actual Asuán, en la primera catarata. 

Preocupado por el bienestar de la población, el rey recurrió al único sabio capaz de resolver este angustioso problema: Imhotep. Cuestión fundamental: ¿dónde nace el Nilo? Para obtener la respuesta hubo que consultar los archivos de la Casa de la Vida. Y la respuesta fue clara: el río nutricio surgía en una caverna de Elefantina donde residía el dios Jnum, el alfarero con cabeza de carnero que el monarca vio en sueños. Allí se hallaba «el comienzo del comienzo, la sede de la luz divina. Dulzura de vivir es el nombre de su morada». 
Los sabios del Antiguo Egipto. 
Christian Jacq 


Durante mucho tiempo, las fuentes del Nilo fueron un auténtico misterio. Sus aguas corrían desde el sur hasta el norte, desembocando en el mar Mediterráneo, pero nadie pudo penetrar suficiente en esas tierras meridionales como para alcanzar sus fuentes. En el siglo XIX Egipto se volvía a poner de moda, y europeos y norteamericanos se lanzaron a explorar el país. En 1857 el oficial inglés John Speke llegó hasta un gran lago que bautizó con el nombre de Victoria, en honor a la emperatriz del Reino Unido. El lago situado a la altura del ecuador y de él surgía el río Nilo. 


En la actualidad la construcción de la presa de Assuan (y el Lago Nasser) impide que se produzca aquel fenómeno anual de la inundación, aunque el paisaje que surge a orillas del Nilo parece haber cambiado muy poco en los últimos tres mil años, al igual que las formas de vida que las familias que siguen vinculando su existencia, su día a día, con el gran río Nilo. 


La letra del Himno al Nilo, compuesta probablemente durante el Imperio Nuevo, refleja la vinculación que existía entre la prosperidad del país, y las aguas de su río. 

¡Loa a ti, oh Nilo, que sales de la tierra y vienes a dar vida a Egipto . . . !. Tú que das de beber al desierto y a los suelos distantes del del agua . . . Tú creas la cebada y traes el trigo al mundo, y puedes hacer que los templos estén de fiesta. Si no creces, la vida se para y todos serán pobres. Si merman los alimentos que se ofrecen a los dioses, muere un millón de mortales, prospera la avaricia . . . 

Pero las generaciones de tus hijos se regocijan por tí, y los hombres te saludan como a un rey, constante con tus leyes, que llegas en tu estación e inundas el Alto y Bajo Egipto. Cuando hay agua dondequiera, todos los ojos te miran, pues das tus bienes en sobreabundancia . . . 

Si eres muy lento en crecer, habrá poca gente y se pedirá el agua del año. Entonces el rico se parecerá al afligido y se verá a todos los hombres llevar armas . . . 

Cuando el Nilo se desborda, se te hacen ofrendas, se te sacrifican bueyes, se te hacen grandes ablaciones, se te engordan aves, se te cazan leones en el desierto, se te procura fuego. Y se hacen ofrendas a todos los demás dioses, como se hacen al Nilo con incienso de primera, bueyes, ganado, aves y hogueras . . . ¡Eres lozano! Así es ¡Oh Nilo!, eres lozano, tú que das vida al hombre y al ganado. 

(Anónimo compuesto probablemente durante el Imperio Nuevo para un festival de la inundación celebrado en Tebas).


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