miércoles, 28 de diciembre de 2016

LOS CRISTIANOS DESPIERTAN.



¿ Y los cristianos? Mientras el emirato se consolidaba en al-Andalus, en las montañas de Asturias se reagrupaban los godos fugitivos y fundaban, con los naturales de la comarca, un reino cristiano que pronto extendería sus dominios a Galicia.

Abd al-Rahman comprendió las dificultades de colonizar aquella zona y aceptó la línea del Duero como frontera natural con los cristianos. La ancha franja existente entre Madrid y el Duero, abandonada por sus pobladores beréberes, se consideró tierra de nadie.

Abd al-Rahman estableció en sus fronteras tres marcas o provincias militares (según la costumbre romano-bizantina), con capitales en Zaragoza, Toledo y Mérida. Al frente de cada una de ellas había un Gobernador de la Frontera. Solamente en las feraces tierras del Ebro y Cataluña existía contacto directo entre cristianos y musulmanes.

Los cristianos del Cantábrico aprovecharon la oportunidad que les brindaba aquella amplia franja de tierra deshabitada y la invadieron y colonizaron. Durante un par de siglos no se produjeron grandes cambios. Los reinos cristianos crecían lentos a la sombra del gran estado musulmán de Córdoba, que les imponía tributos (parias) y, de vez en cuando, los invadía y saqueaba.


La solución de las marcas militares resolvía el problema de la seguridad en las fronteras, pero, a la larga, planteaba otro más grave: los gobernadores aprovechaban la menor debilidad de la autoridad central para crear sus propios reinos. A veces no vacilaron en aliarse con el enemigo cristiano del que supuestamente debían defender el territorio. El gobernador de Zaragoza acordó con Carlomagno repartirse la región, pero cuando el franco intentó ocupar los pasos pirenaicos fue rechazado por los vascos (batalla de Roncesvalles, en la que perecieron Roldan y los pares de Francia). Carlomagno no cejó en su intento y creó su propia provincia militar, la llamada Marca Hispánica, en tierras catalanas. Los sucesores de Carlomagno tutelaron diversos condados satélites a este lado de los Pirineos, pero fracasaron en Aragón y Navarra, donde surgieron poderes independientes.
Juan Eslava Galán.
"Califas, guerreros, esclavas y eunucos".

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