Una cabecera con cinco ábsides
del siglo XIV se mantiene en pie contra viento y marea en el centro de
Pontevedra. Precioso ejemplo del gótico gallego. Lo que hoy podemos
disfrutar es lo único que sobrevivió del complejo conventual.
Fue la mayor construcción de los
hermanos dominicos en Galicia.
En el siglo XIX su estado de
ruina era total y se salvó de la demolición final gracias a la
acción de la Sociedad Arqueológica. Actualmente es una de las sedes
del museo arqueológico de Pontevedra.
Paseando entre estos viejos muros
la imaginación vuela y nos transporta a la Edad Media. En el espacio
expositivo podemos ver algunas esculturas, sepulcros, laudas
gremiales y labras heráldicas.
Escudo de Tristán de Montenegro,
procedente de la Casa y Torre de los Montenegro en el campillo de
Santa María (Pontevedra).
Un sepulcro perteneciente a la
poderosa familia Soutomaior.
Escudo del Arzobispo de Santiago
de Compostela Rafael Muzquiz de Aldunate Latorre.
Otro de los iconos de
Pontevedra son las ruinas del convento de Santo Domingo, convertidas
hoy en Museo Arqueológico. La epigrafía romana, los restos
prehistóricos y medievales hallados en la ciudad y en toda la
provincia han hallado acomodo dentro de las semiderruidas capillas
góticas en las que aún yacen en sus sepulturas los Sotomayor, los
Montenegro y otros maganates de la primera nobleza pontevedresa. De
noche, la iluminación da al lugar un arie de misterio, produciendo
un escalofrío de belleza y emoción histórica.
Viaje al Corazón de España.
Fernando García de Cortázar.
Y las piedras seguirán ahí, de
píe, cuando nos hayamos ido.
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