La importancia social y militar
del caballo en la Antigüedad clásica ha sido reconocida desde hace
mucho y ha sido objeto de una amplísima bibliografía. El efecto que
causa un jinete, capaz de mirar a sus vecinos desde el aura de
superioridad que confiere la altura de su montura, fue en la
Antigüedad hecho social reconocido, heredado desde la época de los
prestigiosos carros de la Edad del Bronce.
La monta no es sólo una una
cuestión de habilidad y experiencia, sino que la psicología y la
sensibilidad del jinete y la compenetración con su montura son
esenciales. Pero pese a que caballo sea por lo general dócil al
mando de un jinete razonablemente experimentado, tiene un cerebro y
voluntad independientes y —especialmente en el caso de la monta
militar que implica demandas bruscas y exige, por cuestión de vida o
muerte, respuestas eficaces e instantáneas— a menudo es necesario
el empleo de elementos mecánicos severos que facilitan la monta y el
control del animal y la estabilidad del jinete. Éstos pertenecen
fundamentalmente a cuatro grupos: en primer lugar los aplicados
directamente sobre la boca y cabeza del caballo, sobre todo los
bocados y además, diversos tipos de cabezada metálica, serretas y
frenteras. En segundo lugar, estímulos puntuales empuñados por el
jinete, como espuelas y fustas; en tercero, elementos que mejoran la
estabilidad y seguridad del jinete, silla y estribos; y por último,
y en una categoría diferente, elementos que protegen los cascos del
caballo y le dan un apoyo mas seguro en determinados terrenos,
hiposandalias y herraduras. […].
Los movimientos instintivos y los
patrones de acción de los caballos han permanecido idénticos desde
proceso de domesticación, muy reciente en términos zoológicos.
También los mecanismos de control del caballo montado (no entraremos
aquí en el complejo tema de los arneses y tiros) han permanecido
básicamente los mismos desde la Edad del Bronce hasta la actualidad,
incluyendo tanto las sutiles guías ejercidas por la posición y
presión del cuerpo del jinete como las más radicales indicaciones
de la fusta, la espuela y el bocado. En particular los elementos
mecánicos mediante los que el jinete puede imponer rápida y
decisivamente su voluntad al caballo, en especial los diferentes
tipos de bocado, jáquima y espuela, e incluso la silla de montar con
borrenes y arzón, estaban ya presentes en los primeros siglos del
Imperio Romano. Los estribos se introdujeron en el mundo mediterráneo
y en Europa Occidental hacia el s. VII d.C. Las aportaciones al
control desde aquella época han sido de detalle, y no modificaciones
sustanciales.
Fernando Quesada Sanz.
El gobierno del caballo montado en
la Antigüedad Clásica.
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