lunes, 3 de junio de 2019

CABALLERÍA EN LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA.




La importancia social y militar del caballo en la Antigüedad clásica ha sido reconocida desde hace mucho y ha sido objeto de una amplísima bibliografía. El efecto que causa un jinete, capaz de mirar a sus vecinos desde el aura de superioridad que confiere la altura de su montura, fue en la Antigüedad hecho social reconocido, heredado desde la época de los prestigiosos carros de la Edad del Bronce.

La monta no es sólo una una cuestión de habilidad y experiencia, sino que la psicología y la sensibilidad del jinete y la compenetración con su montura son esenciales. Pero pese a que caballo sea por lo general dócil al mando de un jinete razonablemente experimentado, tiene un cerebro y voluntad independientes y —especialmente en el caso de la monta militar que implica demandas bruscas y exige, por cuestión de vida o muerte, respuestas eficaces e instantáneas— a menudo es necesario el empleo de elementos mecánicos severos que facilitan la monta y el control del animal y la estabilidad del jinete. Éstos pertenecen fundamentalmente a cuatro grupos: en primer lugar los aplicados directamente sobre la boca y cabeza del caballo, sobre todo los bocados y además, diversos tipos de cabezada metálica, serretas y frenteras. En segundo lugar, estímulos puntuales empuñados por el jinete, como espuelas y fustas; en tercero, elementos que mejoran la estabilidad y seguridad del jinete, silla y estribos; y por último, y en una categoría diferente, elementos que protegen los cascos del caballo y le dan un apoyo mas seguro en determinados terrenos, hiposandalias y herraduras. […].

Los movimientos instintivos y los patrones de acción de los caballos han permanecido idénticos desde proceso de domesticación, muy reciente en términos zoológicos. También los mecanismos de control del caballo montado (no entraremos aquí en el complejo tema de los arneses y tiros) han permanecido básicamente los mismos desde la Edad del Bronce hasta la actualidad, incluyendo tanto las sutiles guías ejercidas por la posición y presión del cuerpo del jinete como las más radicales indicaciones de la fusta, la espuela y el bocado. En particular los elementos mecánicos mediante los que el jinete puede imponer rápida y decisivamente su voluntad al caballo, en especial los diferentes tipos de bocado, jáquima y espuela, e incluso la silla de montar con borrenes y arzón, estaban ya presentes en los primeros siglos del Imperio Romano. Los estribos se introdujeron en el mundo mediterráneo y en Europa Occidental hacia el s. VII d.C. Las aportaciones al control desde aquella época han sido de detalle, y no modificaciones sustanciales.
Fernando Quesada Sanz.
El gobierno del caballo montado en la Antigüedad Clásica.


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