El marqués de la Fayette fue un
firme defensor, tanto en el terreno político como en el campo de
batalla, del liberalismo que abrazaron los revolucionarios de ambos
lados del Atlántico entre 1776 y 1830. Hijo de la aristocracia, La
Fayette estudió artes militares, ingresó en el famoso cuerpo de
mosqueteros y se embarcó para América (contraviniendo los deseos
del monarca francés) para ponerse a las órdenes de George
Washington, que le otorgó el mando de varias divisiones. Su mayor
éxito en tierras americanas fue su participación en la batalla de
Yorktown.
De regreso a su patria participó
en la conformación de la nueva Francia, su puso al frente de la
Guardia Nacional de París y trabajó para conciliar la monarquía
con la revolución. La vida de La Fayette corrió peligro cuando fue
acusado de traidor por Robespierre. Huyó de Francia, pero fue
capturado por los austríacos. Napoleón intercedió por él, y
aunque fue puesto en libertad el Emperador le prohibió volver a
Francia.
Pasada la vorágine napoleónica,
La Fayette se posicionó en contra los borbones y volvió a ser clave
en la revolución de 1830, participando activamente en el
derrocamiento del monarca absolutista Carlos X, el último borbón
que reinó en Francia.
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