San Juan,
Santiago y Calatrava son las tres órdenes militares que se ocuparon
de repoblar, defender y desarrollar las tierras de la Mancha durante
la Plena Edad Media. Tras la conquista de Toledo (1085) la Mancha se
convierte, primero en campo de batalla, y posteriormente en Tierra de
Frontera. Una tierra complicada y expuesta siempre a los avatares
bélicos, y es en ese contexto donde hacen su aparición en esta
vasta región las órdenes militares.
La Orden del
Temple y la de San Juan son de las primeras en ser fundadas (en
Tierra Santa durante las Cruzadas) y también en instalarse y
expandirse por la Península Ibérica. El Temple no fue capaz de
mantener su posición y abandonó prontamente sus posesiones en la
Mancha. La Orden de Santiago y la de Calatrava son las otras dos
órdenes que se aposentaron en tierras manchegas.
Las tres
órdenes asentadas en suelo manchego en un primer momento se
dedicaron a fijar los límites de sus respectivos territorios. A tal
fin construyeron una serie de fortalezas: Peñarroya (San Juan),
Tocón (Santiago) y Manzanares (Calatrava), y procedieron a firmar
una serie de concordias en las que establecen de manera definitiva la
frontera entre ellas. Una vez alcanzado estre pimer objetivo, los
caballeros de las órdenes (guiados por sus maestres) van a centrar
sus esfuerzos en repoblar y gestionar los recursos de sus dominios.
Para ello se constituyen nuevas fortalezas y encomiendas, alrededor
de las cuales se van a desarrollar destacados núcleos de población
como La Solana, Daimiel o Villarrubia de los Ojos.
La Orden de
Calatrava en el Campo de Calatrava, la Orden de San Juan en el Campo
de San Juan con sedes en Consuegra y en Alcázar de San Juan y la
Orden de Santiago cuya sede se encontraba en Uclés, y cuyos dominios
se extendían por la Mancha Alta y el Campo de Montiel, tierras
quijotescas.
Después de la
toma de Calatrava la Vieja (Carrión de Calatrava) en 1147, el rey
Alfonso VII encarga la defensa de esta plaza fuerte a los caballeros
templarios, que poco tiempo después deciden su abandono. De vuelta a
la corona Sancho III, el nuevo rey de Castilla, las cede al abad del
monasterio de Santa María de Fitero, que decide fundar la Orden de
Calatrava (1158) que impregnará la historia y la personalidad de la
comarca. Tras la victoria en las Navas de Tolosa la Orden de
Calatrava funda el Sacro Convento y el castillo de Calatrava la Nueva
(Aldea del Rey) que se convierte en sede y capital de la orden.
El peso de
las órdenes militares en esta región fue enorme en los siglos
medievales y por eso hay lugares donde la piedra cuenta aún la
azarosa historia de sus maestres y caballeros. El viajero la
escuchará y el lector podrá hacerlo con él, desde Alcázar de San
Juan a las maltrechas piedras de Calatrava la Vieja y las ruinas del
sacro convento y castillo de Calatrava; de Villanueva de los
Infantes, feudo de la Orden de Santiago y tumba de don Francisco de
Quevedo, a Uclés, el Escorial manchego, donde dieron sepultura a
Jorge Manrique, que en un metáfora eterna equiparó el tiempo a un
río que fluye: Nuestra vida son los ríos/ que van a dar a la mar/
que es el morir.
Fernando García de Cortázar.
Viaje al corazón de España.
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