miércoles, 15 de mayo de 2019

ÓRDENES MILITARES EN LA MANCHA.




San Juan, Santiago y Calatrava son las tres órdenes militares que se ocuparon de repoblar, defender y desarrollar las tierras de la Mancha durante la Plena Edad Media. Tras la conquista de Toledo (1085) la Mancha se convierte, primero en campo de batalla, y posteriormente en Tierra de Frontera. Una tierra complicada y expuesta siempre a los avatares bélicos, y es en ese contexto donde hacen su aparición en esta vasta región las órdenes militares.


La Orden del Temple y la de San Juan son de las primeras en ser fundadas (en Tierra Santa durante las Cruzadas) y también en instalarse y expandirse por la Península Ibérica. El Temple no fue capaz de mantener su posición y abandonó prontamente sus posesiones en la Mancha. La Orden de Santiago y la de Calatrava son las otras dos órdenes que se aposentaron en tierras manchegas.


Las tres órdenes asentadas en suelo manchego en un primer momento se dedicaron a fijar los límites de sus respectivos territorios. A tal fin construyeron una serie de fortalezas: Peñarroya (San Juan), Tocón (Santiago) y Manzanares (Calatrava), y procedieron a firmar una serie de concordias en las que establecen de manera definitiva la frontera entre ellas. Una vez alcanzado estre pimer objetivo, los caballeros de las órdenes (guiados por sus maestres) van a centrar sus esfuerzos en repoblar y gestionar los recursos de sus dominios. Para ello se constituyen nuevas fortalezas y encomiendas, alrededor de las cuales se van a desarrollar destacados núcleos de población como La Solana, Daimiel o Villarrubia de los Ojos.  

La Orden de Calatrava en el Campo de Calatrava, la Orden de San Juan en el Campo de San Juan con sedes en Consuegra y en Alcázar de San Juan y la Orden de Santiago cuya sede se encontraba en Uclés, y cuyos dominios se extendían por la Mancha Alta y el Campo de Montiel, tierras quijotescas.


Después de la toma de Calatrava la Vieja (Carrión de Calatrava) en 1147, el rey Alfonso VII encarga la defensa de esta plaza fuerte a los caballeros templarios, que poco tiempo después deciden su abandono. De vuelta a la corona Sancho III, el nuevo rey de Castilla, las cede al abad del monasterio de Santa María de Fitero, que decide fundar la Orden de Calatrava (1158) que impregnará la historia y la personalidad de la comarca. Tras la victoria en las Navas de Tolosa la Orden de Calatrava funda el Sacro Convento y el castillo de Calatrava la Nueva (Aldea del Rey) que se convierte en sede y capital de la orden.


El peso de las órdenes militares en esta región fue enorme en los siglos medievales y por eso hay lugares donde la piedra cuenta aún la azarosa historia de sus maestres y caballeros. El viajero la escuchará y el lector podrá hacerlo con él, desde Alcázar de San Juan a las maltrechas piedras de Calatrava la Vieja y las ruinas del sacro convento y castillo de Calatrava; de Villanueva de los Infantes, feudo de la Orden de Santiago y tumba de don Francisco de Quevedo, a Uclés, el Escorial manchego, donde dieron sepultura a Jorge Manrique, que en un metáfora eterna equiparó el tiempo a un río que fluye: Nuestra vida son los ríos/ que van a dar a la mar/ que es el morir.
Fernando García de Cortázar.

Viaje al corazón de España.

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