Osmán I (o Utmán), el hijo del legendario Ertugrul está considerado (aún hoy) el padre de la nación turca, de su nombre procede el apelativo otomano. En 1301 Osmán se encontraba en las inmediaciones de la ciudad bizantina de Nicea (Iznik) y se dedicó a someter sus alrededores. Muchas familias de inmigrante turcos se unieron a él. Las conquistas otomanas no habían hecho más que comenzar.
Este emir de Senyut, miembro de los ghazid – guerreros de la fe - puso en marcha la expansión turca y colocó los cimientos, que con el tiempo, sustentaron un poderoso imperio que abarcaba territorios de tres continentes y prolongó su existencia durante más de cinco centurias. En Estambul – antigua Constantinopla, más antigua Bizancio – se custodian el sable y el estandarte de Osmán.
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