Rey
de los vándalos que gobernó también sobre los alanos, guerrero
audaz, martillo de occidente, durante varias décadas mantuvo en
jaque tanto las legiones romanas como a la flota de Bizancio.
Valiente y decidido afianzó su dominio en el Norte de África,
sometió Cartago y desde allí sometió el mar Mediterráneo a sus
caprichosas razzias, estableciendo un terrible estado bárbaro a
orillas del mar.
El
22 de abril del 455 sus vándalos arrasaron y saquearon Roma, que se
salvó gracias a la intervención del papa León I el Magno. Bajo su
reinado la palabra vándalo se convirtió en sinónimo de pillaje,
gamberrismo y destrucción. Y algo insólito para un caudillo
militar, Genserico murió en 477, no por el veneno, ni por el acero,
sino vencido por la edad.
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